Revista Coaching

Cómo tratar a un hijo rebelde

Por Carlos Melero Bascones @Gotasdecoaching

He encontrado un artículo se llama “Los porqués del adolescente” en Lavanguardia.com

Dice muchas cosas sobre las diferentes actitudes de los jóvenes que sorprenden a los adultos. Supongo que les sorprende porque ya no recuerdan su propia experiencia.

Los adultos ven a sus hijos comportarse como ellos nunca lo hicieron y no los entienden. Pero para entender no hace falta estar de acuerdo, sólo es necesario comprender el interior y ahí tal vez no sean tan distintos los padres de los hijos. Aunque el padre, de joven, no se comportara igual, es posible que las emociones interiores fueran las mismas que ahora tienen sus hijos. 

Pero bueno, esto son elucubraciones mías no fundamentadas. A parte de eso, en dicho artículo se comentan algunos puntos más o menos reveladoras. Algunos no me aportan mucho (como el por qué van destartalados) pero otros son muy interesantes. 

Podría resumir el artículo diciendo que, todo eso nuevo que hacen los hijos ES NORMAL y así los padres se pueden quitar un gran peso de encima. Pero ¡ojo!, que el hecho de ser normal no significa que sea adecuado, sólo significa que está justificado por algún motivo. 

No animaré a los padres a permitir conductas inadecuadas de sus hijos, pero sí los animo a plantearse que pueden ser conductas legítimas y, desde ahí, gestionar con la serenidad de que todo está bien, aunque queramos intentar que cambie. 

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Con lo que no estoy de acuerdo del artículo es con el apartado “¿Por qué cuestionan todo?”. Según el artículo “Los adolescentes lo cuestionan todo porque en esa etapa se desarrolla su pensamiento abstracto y eso les da mucha más habilidad para argumentar y para pensar simbólicamente, y tienen una expresión verbal perfeccionada, así que se ven con argumentos para todo” y esto es como decir que lo cuestionan todo porque pueden. 

Comenzando porque decir que los jóvenes lo cuestionan todo es una generalización incorrecta. No lo cuestionan todo, cuestionan lo que cuestionan. Lo que sucede es que comienzan a tener sus propias ideas, observan a su alrededor y generan sus propias opiniones que, como nos sucede a todos, no tienen por qué coincidir con la de los otros (en este caso, los padres). 

También sucede que los padres comienzan a dar pautas que antes no existían, nuevas normas que requieren nuevas decisiones. En esa etapa ya no aceptan las instrucciones sin más, porque saben mirar, aprender, deducir y concluir. Por lo tanto, ante nuevos criterios o normas ellos deciden aceptar o rechazar, lo que supone un nuevo escenario para los padres

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No es tan simple como decir que es la adolescencia, porque cuestionar los mandatos no es una etapa, no es un momento que ya se les pasará. Es la salida de la niñez, es el momento en que dejan de decir “si, mamá” y dejan de aceptarlo todo. Esa etapa de su vida no es la adolescencia, es la existencia.

Para que nos entendamos, esa etapa tiende a desaparecer cuando comienzan a decir: “si, querido/a”, “sí, jefe”, “son las normas”, “es lo que se debe hacer”, etc. 

Muchas veces los jóvenes no son rebeldes, son personas. Y como personas no aceptan normas sin motivos. Sólo los individuos sometidos a la tiranía de otros aceptan normas sin cuestionarlas.

El gran enfrentamiento aparece cuando los padres imponen normas que ni ellos mismos comprenden. Normas que se han aceptado desde la sumisión a otros.

A los padres que piensan que sus hijos se están revelando, los animo a pensar ¿Tienes una razón para las normas que pones?

Ten en cuenta que estas no son razones que una persona libre acepte como válidas ciertas normas:

  • Por que sí
  • Porque es así
  • Porque siempre ha sido así
  • Porque es como debe ser
  • Porque es lo correcto
  • Porque es lo que se debe hacer
  • Por sentido común

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Todo esto son argumentos vacíos que sólo son aceptados cuando la otra persona está de acuerdo. Cuando también piensa que es de sentido común o que es lo correcto. 

¿Irías andando a la pata coja por la calle si todo el mundo pensara que es lo correcto? 

Si los padres quieren que os hijos sean capaces de discutir las normas sin rebelarse, deben aportar argumentos sobre los que deliberar porque, a un “porque sí” puede que se responda con un “porque no”. 

Cuántas veces habré oído decir aquello de “¿y si tu amigo se tira por un puente, te tiras tú?” pero luego los padres quieren que sus hijos hagan lo que les dicen, sin cuestionarse si quieren tirarse por ese puente. Los animamos a discernir por sí mismos y luego les exigimos acatar nuestras normas sin más. Parece algo contradictorio ¿no?

En resumen, si discutes mucho con tus hijos por las normas, te animo a que encuentres los auténticos motivos por los que esas normas existen y entonces compartirlos y discutirlos. 

Si no os ponéis de acuerdo, puedes imponer tu criterio, pero al menos habrá motivos más allá de la tiranía injustificada que es, posiblemente, cómo lo pueden estar viviendo ellos ahora. 


 

Aprender a hacer este ejercicio es parte del curso “Háblame” para padres, la próxima edición es en Madrid el 18 y 19 de julio de 2015.

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