Revista Cómics

Como un boxeador que busca el puñetazo del KO

Publicado el 17 febrero 2010 por Bruce

Como un boxeador que busca el puñetazo del KO

GRAZIANO ORIGA: ¿Se puede decir que Hugo Pratt básicamente hace siempre el mismo comic, como Fellini hace siempre la misma película?
HUGO PRATT: No, no creo que sea verdad. Esa impresión puede surgir porque mis personajes se encuentran a menudo, y se trasladan de una historia a la siguiente. Vemos al teniente Tenton de Los Escorpiones del Desierto de nuevo en Ana de la Jungla y en Corto Maltés. Es como jugar a un juego gigante de ajedrez. Una lección que me enseñó Milton Caniff; él también movía sus peones... Dragon Lady y Burma se conocieron y se volvieron importantes como resultado de eso.
ORIGA: A menudo citas a Caniff en tus conversaciones. ¿Le consideras tu gran profesor?
PRATT: Siempre hablo de Caniff por su extraordinaria elegancia. Revolucionó el Cómic.
ORIGA: Aparte de Caniff, ¿qué otros artistas te han influído?
PRATT: Lyman Young, de Tim Tyler’s Luck. Young fue un gran narrador de historias de aventuras en África e hizo soñar a dos generaciones. Dibujó a las mujeres más bellas de la historia del Comic... como Lorilla o Queen Loana. Tenían personalidad, estilo, y eran muy atractivas. De niño en 1935, antes de trasladarme a Etiopia, leí L’Avventuroso, que publicó otro gran artista que pocos recuerdan: Will Gould, autor de Red Barry y Bob Star. Puede que haya sido él quien me dio el deseo de dibujar. El arte de Gould no tenía rival en su dinamismo y modernidad.
Una vez escribió una introducción para uno de mis trabajos. Después de ver mi arte me escribió una carta, me decía que era como un boxeador que buscaba el puñetazo del KO. Dijo, “Veo, Mr. Pratt, que no tiene miedo de hundir una pluma o un pincel en un frasco de tinta y lanzar una línea de terciopelo negro con la misma confianza que un boxeador lanza su ataque.” ¡Ese fue un buen cumplido! La comparación con el boxeador fue relevante. Atesoro esa carta. Gould murió borracho, fumando en la cama. Me había encargado de pagar su viaje desde América hasta el Salón de Lucca, pero por teléfono me preguntó, “¿Quién va a pagar mi viaje de California a New York?” Entonces pensé, “¡Es un auténtico mendigo!”
Pero era uno de los verdaderos maestros, uno de los que dieron una elegancia aristocrática al Cómic. Como Alex Raymond, que con Flash Gordon volvió del revés el mundo de los niños, haciéndoles soñar con ciudades en las nubes.
ORIGA: ¿Y antes de ellos?
PRATT: Antes de ellos tenemos que volver al Art Nouveau, a un gran artista como Windsor McCay. Su Little Nemo, en sueños, llega a mundos increíbles con flores gigantes. Se perdía en un florero de margaritas, y esas margaritas se convertían en una jungla.
ORIGA: Siempre citas a autores americanos.
Como un boxeador que busca el puñetazo del KOPRATT: Sí. Al mirar a los americanos, a menudo olvidamos que los americanos han tomado prestado de nosotros los europeos, de nuestra arquitectura, nuestra poesía, nuestra pintura. Si nos preguntamos dónde encontró Alex Raymond cierta arquitectura, cierto diseño, descubrimos que miraba a las torres de Gaudí, el arquitecto de la catedral de Barcelona que nunca pudo terminar su fachada. Por no hablar de los impresionistas, de los cuales los japoneses han tomado tanto.
ORIGA: ¿Quienes son tus colegas italianos más cercanos o los que más admiras?
PRATT: Hay muchísimos buenos. Estoy muy agradecido a Mario Faustinelli, porque él es el que me dio la oportunidad de ser un artista. Debería mencionar a Dino Battaglia, que era un poeta del dibujo. También era hábil Grazia Nidasio, que iba por delante de los demás cuando inventó a Valentina Mela Verde. Ella tenía un estilo muy elegante, y sus personajes eran estupendos. Atesoro mis recuerdos de ella, siempre pensé en ella como en una buena compañera de trabajo.
ORIGA: Dino Battaglia y Grazia Nidasio. Esos nombres nos retrotraen al Corriere dei Piccoli en los 60.
PRATT: Sí, yo acababa de regresar de Argentina. Recuerdo que fui al Corriere, y me presenté a Carlo Triberti. Triberti no valía para ser director de arte, no tenía agallas para hacer ningún cambio. Recordaba el Corriere dei Piccoli como era en su infancia, y quería volver a hacerlo de esa manera. Miró mis páginas, fumando su pipa, y dijo: "Voy a ver qué podemos hacer." Inmediatamente me di cuenta de que no le gustaron en absoluto. Luego fui a Gian Carlo Francesconi, que era el jefe de redacción. Francesconi, me pareció un tipo moderno, era joven, un poco freaky, con una larga barba. "Mire", le dije, "Necesito trabajo, pero los chicos de la otra oficina me están matando... ¿Me puede echar una mano?" Se echó a reír y dijo: "OK, yo me encargo." Y me dio trabajo. Hay personas que te ayudan en la vida. Me han echado una mano y por eso siento que es mi deber ayudar a los artistas más jóvenes.
ORIGA: Tuviste más luchas en el Corriere dei Piccoli.
PRATT: Sí, soy todo un luchador. Pero a menudo terminaba con las manos vacías. Una vez hubo una especie de insurrección en el Corriere della Sera, porque querían que firmásemos un contrato fraudulento. No estuve de acuerdo, pero los otros firmaron. La única que se puso de mi parte fue Iris De Paoli. Era una gran luchadora, Iris De Paoli. Era argentina y muy buena en sus pequeños teatrillos de tira cómica; eran una pequeña commedia dell’arte en comic.
ORIGA: En esos años hiciste un gran comic histórico: Las Aventuras de Fanfulla
PRATT: Fanfulla es importante porque fue un cambio en mi estilo. Había adoptado un estilo de dibujo mucho más libre, en comparación con el de antes. Recuerdo que algunos colegas del Corriere dei Piccoli fueron a Triberti para quejarse de que yo trabajaba demasiado rápido. Tenía que hacer algo sobre Florencia, y la ciudad, según ellos, no aparecía. Había dibujado tres cipreses y un camino que conducía a una capilla. Para mí, eso era la Toscana.
ORIGA: Hablemos de Pintura.
PRATT: Nosotros, los italianos, no sabemos mucho de nuestro propio arte. Creemos que la pintura barroca, del seicento napolitano, se desarrolló en el S. XVIII. Hay pinturas bellísimas de mercados napolitanos que nadie conoce. No entiendo que la gente hable tanto de Van Gogh, Gauguin, Cézanne -grandes maestros, no me malinterpretes- pero se olviden de los Macchiaioli italianos. Piensa en Fattori. Incluso el arte está sujeto a la moda. Klimt y Egon Schiele salieron a la luz porque alguien fue lo bastante listo para sacarlos. Fue Sgarbi –que está siempre en la tele ahora- quien hizo que Norman Rockwell fuese conocido en Italia al organizar una exposición con las portadas del Saturday Evening Post. Fue Sgarbi el primero que empezó a hablar de Rockwell como un gran pintor, cuando otros siempre lo habían considerado un pintor dominguero. Pero Rockwell no tiene nada que envidiar a los artistas flamencos.
ORIGA: El magazine Corto Maltese dejó de publicarse en el número de Julio...
PRATT: Sí, tras casi diez años... Deberían haber esperado hasta Octubre para hacerlo. La Editorial Rizzoli decidió echar el cierre, pensando que no valía la pena perder más dinero, porque ya habían perdido mucho. Sin embargo, Corto Maltese era el mejor de ese tipo de magazines. Aún vendía 16-17000 copias, mientras que los otros estaban por debajo de 12 ó 8000. Cancelar un magazine como ese, que publicaba a grandes artistas y escritores cada mes, era como tirar a la basura una parte de la cultura. No es casualidad que todo el mundo hable de ello, todo el mundo lo siente. Rizzoli podría haber mantenido Corto Maltese a flote. Dijeron que era la niña de sus ojos, pero resultó que la niña se había avejentado.
Así que un ciclo termina. Y todavía tenía que concluir una historia.
ORIGA: El último panel es significativo.
PRATT: Sí, hay un personaje que dice "Todos vamos a estar en la calle".
(Entrevista publicada en The Comics Journal #169, Julio 1994)

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