Revista Coaching

Como un faisán

Por Candreu
Como un faisánEsta semana he cogido 5 aviones, he conducido 2.100 kilómetros en dos coches de alquiler, he pasado por 6 ciudades y he dado otras tantas sesiones. En uno de mis pasos por la AP2 me encontré con un control policial de los Mossos d´esquadra. No tengo claro lo que buscaban, pero sí que eran exhaustivos y concienzudos en su trabajo. Como el tráfico en esa autopista es increíblemente escaso detenían a todos los vehículos.
Yo llegué al control justo detrás de un coche rotulado con la imagen corporativa de una empresa. A los dos nos hicieron parar en un lateral de la calzada, entre varias cadenas con pinchos, y bajar del coche. Del otro vehículo bajaron dos personas. Entendí que uno, el que conducía, era uno de los comerciales de aquella empresa, y el otro, el copiloto, su jefe. Este se bajó del coche cabreado y tratando despectivamente a los agentes: que si por qué le paraban; que si tenía cara de terrorista; que si no sabían hacer su trabajo... Sonó su móvil y a su interlocutor le volvió a decir, a gritos, lo mismo: "que estaba parado en un control con unos guardias impresentables que le tomaban por terrorista".
Aquello duró apenas unos minutos, el tiempo suficiente para que los policías revisaran ambos vehículos con la ayuda de un perro y dieran un vistazo a nuestra documentación. En menos de cinco minutos volvíamos a estar en marcha. Esos cinco minutos, o menos, dijeron mucho, mucho, de aquella persona.
Alguien regaló a un granjero un orondo, brillante y colorido faisán. Como no sabía dónde dejarlo, lo metió dentro del gallinero. Las gallinas admiradas por la belleza del recién llegado giraban a su alrededor como si fuera un dios. Hasta que llegó la hora de la comida. En cuanto se abrió la espita por la que salía el grano hacia los comederos el faisán se lanzó con avidez a saciarse. Ante aquel espectáculo tan vulgar las propias gallinas se sorprendieron y desencantadas la emprendieron a picotazos con el faisán arrancándole todas las plumas.
Y yo, allí parado en torno al kilómetro 200 de la AP2 me imaginé al "jefe gritón" como el faisán, y al vendedor al que acompañaba, como las gallinas.
El dominio de uno mismo, el autocontrol, tiene una influencia directa en cómo cumplimos nuestros deberes profesionales y personales. Cualquier persona medianamente formada tiene claro que la vida pública de un líder y su comportamiento personal son equivalentes, y la doble moral o la doble vida nos repugna..
Si alguien se enfada cuando no estás de acuerdo con él, o envidia a otros que pueden eclipsarle, o se comporta de forma tosca con otras personas, pronto perderemos la confianza en él. Quizá lo soportemos porque no nos queda otra, pero desde luego, dejaremos de admirarle. Y al final, como las gallinas al faisán, acabaremos despreciándole.

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