Como una zarzuela agusanada

Don Hilarión, en la zarzuela La verbena de la Paloma dijo que las ciencias adelantan que es una barbaridad. Y tenía razón. Hoy estamos buscando la forma de viajar a Marte, de explotar los minerales de la Luna, conocemos el genoma humano, la investigación génetica sirve (pese a la opisición de la Iglesia) para curar enfermedades, guardamos en un chip microscópico millones de datos que hace cincienta años necesitaban un edificio completo de cinco plantas. Sin embargo, la humanidad sigue rigiéndose por la moralidad impuesta por un grupo de intransigentes iluminados que vivieron hace siglos. ¿Cómo es posible que bien entrado el siglo XXI haya millones de seres humanos que obedecen a pies juntillas las ocurrencias más medievales y rancias del Islam y del Cristianismo?Un payaso con bigote, de pistola al cinto y alzacuellos dice que va a quemar ejemplares del Corán y al otro lado del mundo una cuadrilla de memos quiere asesinar a pedradas a una mujer a la que acusan de adulterio y de haberse fotografiado con la cara descubierta. Por en medio, el cada día más patético B16 proclama sin sonrojo que para combatir los abusos sexuales del clero, basta la penintencia (chúpate esa).¿Cómo es posible que las ciencias avancen que es una barbaridad mientras que la moral individual y colectiva siga estancada en el barbarismo y vinculada a religiones podridas que son dirigidas y manipuladas por dementes acomplejados? Ellos han convertido el mundo en una zarzuela agusanada, negra, sin canciones ni sentido del humor. Estoy harto de imames crispados y amenzantes, de curas pederastas de voz melíflua, y de pastores pirómanos. Me quedo con la Casta y la  Susana, que no son las prometidas huríes (incluso pecan de ser algo estrechas), pero al menos me hacen reir.