Revista Religión
Leer | Salmo 27.1-3 | He caminado con el Señor por casi setenta años. He leído la Biblia entera muchas veces, predicado miles de sermones, y escrito miles y miles de páginas de materiales de estudio. Pero déjeme decirle que a pesar de todo eso, a veces lucho con el temor. Imagino que usted también los siente, después de todo, ¡vivimos en un mundo que asusta!
Cualquiera puede sentirse amedrentado por el fracaso, el ridículo, la soledad o algo completamente distinto. Para mí, un área de vulnerabilidad es la predicación. A veces, al comenzar la semana, me invade el atormentador sentimiento de que no tendré lo necesario para dar el mensaje del domingo, y el desasosiego se mantiene a lo largo de la semana.
En respuesta a eso, oro más, dedico más tiempo al estudio, y leo mi Biblia más detenidamente. Me siento impulsado a hacer todo lo que pueda para tener éxito cada vez que me levante para proclamar la Palabra de Dios. Hace mucho tiempo tomé la decisión de no permitir que el temor me impida hacer lo que Dios me ha llamado a hacer. Sin embargo, antes de encarar el temor, primero tengo que reconocer que está allí. Esa es la clave para vencer los sentimientos de aprensión.
Usted no debe avergonzarse de reconocer que tiene temor. En los Salmos, el rey David confiesa varias veces que batalla con sentimientos de temor (Sal 34.4; 55.4, 5). Pero su confesión está envuelta en la oración, reconociendo el poder del Señor sobre sus temores y sus enemigos.
Ese mismo poder está disponible para usted hoy. Dios quiere echar fuera el temor y la duda que haya en su vida.
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