Es curioso como nos hemos acostumbrado a utilizar expresiones que antes ni se escuchaban. Hace algunos años, cuando alguien hablaba de ecosistema, claramente se refería al conjunto de seres vivos que interactúan en un medio físico. Sin embargo, hoy no es difícil que alguien use esa palabra para referirse al conjunto de productos que una compañía vende y que se complementan entre sí.
Ecosistemas tecnológicos: Apple y Google
Apple es el típico ejemplo de ecosistema. Y, sin ser actualmente usuario de Apple, quizá es, para mí, el mejor ejemplo. Apple vende hardware, software y servicios. Además, todos estos productos suelen estar bien diseñados. Eso lo convierte en un círculo casi perfecto. Otro detalle interesante es que los usuarios suelen quedar satisfechos. Eso provoca pocas fugas de usuarios. Tan sólo por sus precios un tanto abusivos, muchos se han planteado marchar. Por último, es importante destacar también la estrategia que sigue la marca de dependencia de muchos productos sobre los otros. Aunque Apple se ha ido abriendo, sobretodo con sus servicios, lo cierto es que productos tan buenos como el Apple Watch depende exclusivamente del iPhone para funcionar. Así que, si Apple consigue que ames tu Apple Watch, irremediablemente te obliga a tener un iPhone. Apple cumple su objetivo: vender dispositivos.
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Google sigue una estrategia muy diferente. Su plan se centra en los servicios. Aunque desarrolla sus propios sistemas operativos, su colección de hardware es más bien limitada: depende sobretodo de fabricantes externos. Dichos fabricantes también buscan crear ecosistema lo que provoca, en muchas ocasiones, servicios duplicados en un mismo dispositivo. Sin embargo, los servicios de Google funcionan tan bien que terminan generando una sensación de simplicidad y eso, a muchos usuarios, les sirve y les basta. Así que si empiezas a usar Gmail, seguramente termines usando Google Keep, Google Docs, el Calendario de Google o la sencilla aplicación de Tareas. Y no nos olvidemos de Google Maps, que acaba de cumplir 15 años y es todo un éxito. Google cumple su objetivo: obtener datos de ti.
Creando ecosistema en tu negocio
Estos ejemplos nos dejan algo claro: aunque al principio tu negocio se centre en un servicio muy concreto, puedes hacerlo crecer desarrollando otros servicios que lo complementen.
Por ejemplo, si tienes una pequeña tienda de zapatos de barrio puede que al principio sólo vendas zapatos de diversas marcas. Pero quizá con el tiempo puedas empezar a vender camisetas. Después puedes añadir una pequeña sección de perfumería. Y así sucesivamente. Claro, todo eso requiere inversión, esfuerzo y paciencia.
También es vital complementar todo el proceso con un buen diseño web que incluya un blog. Así puedes hablar de lo que más conoces: de zapatos. Y de camisetas. Y de perfumería. Y de lo que quieras. Hasta en última instancia puedes añadir un servicio de personal shopper. Atraer visitas a tu web puede hacerla evolucionar hacia una tienda online. Vaya, y pensar que empezaste vendiendo zapatos en una pequeña tienda de barrio.
No se trata de compararse con grandes empresas tecnológicas. Eso puede frustrarnos. Debemos aceptar nuestra limitaciones. Pero lo que está claro es que estas empresas nos enseñan muy bien como ampliar nuestro catálogo de productos y servicios de manera que vayan encajando unos con otros.
Y tú que opinas, ¿crees que es posible crear ecosistema en empresas pequeñas? Déjame tu opinión en los comentarios.