Revista Cultura y Ocio

Cómo volé sobre el nido del cuco, de Sydney Bristow

Publicado el 18 marzo 2025 por Laura Coll Rigo
Título original: Cómo volé sobre el nido del cuco
Cómo volé sobre el nido del cuco, de Sydney Bristow
Autora: Sydney Bristow
Editorial: Plaza & Janés
Encuadernación: Tapa dura
Número de páginas: 320
ISBN: 978-84-01-02172-5

Sinopsis:
Mi verdadero nombre es Ana. Sydney es solo mi seudónimo. Antes de esto lo tenía todo: una familia maravillosa, una prometedora carrera de abogada, un novio perfecto...
Pero todo se truncó. Un día me encontré subida a un puente con la intención de tirarme. No lo pensé. Desde el otro lado de la barandilla le envié un mensaje a mi padre: «Ya he saltado». Y me dejé caer.
Sobreviví al golpe contra el asfalto. Me ingresaron 37 días en psiquiatría. Pensaréis que viví los peores días de mi vida, pero no fue así. Hubo risas, amistad, enfados, locuras (literalmente), ternura e incluso amor.
Durante esos 37 días escribí un diario, que ahora es este libro.

Por qué este título...

"No sé si habéis visto la película Alguien voló sobre el nido del cuco. Si no lo habéis hecho, deberíais. Retrata bastante bien el día a día de un hospital de estas características -salvando las distancias-, en especial una escena que relataré hoy. Tengo que añadir que esta película la vi hará unos 15 días, ya fuera de la unidad. Me la trajo a casa Antonio, uno de mis compis del que ya hablaré en su momento"

Opinión:Impresión: Inverosímil

Desde que me enamoré de Por si las voces vuelven, de Ángel Martín, he querido leer más testimonios y experiencias personales relacionadas con las enfermedades mentales. He leído varias novelas de ficción relacionadas con el tema (depresión, anorexia, bulímia, autolesiones) de corte juvenil, aunque por norma general me parecieron superficiales. Quería escuchar una voz madura tratando el tema desde el corazón y por eso me animé con este libro.

No diré que ha sido una de las decepciones del año, porque en su momento Patt ya me avisó que la narrativa dejaba mucho que desear, pero no esperaba un fiasco como este. Me embarqué en una LC con Omaira y lo hemos sufrido juntas. Aquí podéis leer su opinión, bastante similar a la mía.

Lo mejor será que empiece hablando sobre el origen del libro. La autora, tras un intento de suicidio, fue ingresada en un centro psiquiátrico durante 37 días. Como terapia, un tiempo después de recibir el alta, decidió compartir en Forocoches la experiencia de su ingreso. Tuvo tal popularidad, que una editorial se fijó en ella y publicó su relato en papel (sin hacer muchas modificaciones, porque el hilo de Forocoches es calcado a la novela). Por tanto, lo que tenemos entre las manos es un diario de lo que vivió allí escrito a posteriori (pese a que en la sinopsis se dice que lo escribió durante su ingreso).

Ya lo he comentado otras veces, pero vivir algo no significa que sepas hablar de ello, y mucho menos escribir sobre ello. No solo tienes que tener algo que contar, sino que tienes que saber cómo contarlo. Y ese no es el caso de Sydney.

La literatura es mucho más que juntar letras. Necesitas conocer las estructuras y técnicas narrativas, dominar la construcción de frases, organizar la información para ofrecer un relato coherente, así como usar un lenguaje rico y realista. Aquí no encontraréis nada de eso. Se nota que la autora está muy verde y que es la primera vez que escribe algo. El texto es correcto, seguramente porque ha pasado por las manos de un buen corrector (no hay errores ortográficos y la prosa, aunque pobre, no presenta problemas sintácticos ni gramaticales); donde falla es en la narración. A nivel lingüístico, nos marea con un baile de tiempos verbales (ahora narra en pasado, ahora en presente) y se sumerge en anglicismos que dan vergüenza ajena. En cuanto a la narración, es plana y aséptica: no denota ningún tipo de emoción. El ritmo es lento como la melaza y los personajes aparecen y reaparecen de la historia sin orden ni concierto (no nos enteramos de la existencia de la hermana hasta bien avanzada la obra, por ejemplo, porque se le había olvidado mencionarla). 

Se oye el prrr y empiezan a entrar los familiares a porrón. Siempre entraban así, cosa que no entendía. Joder, que hay dos horas de visita, macho. Que tu hijo loco va a seguir aquí aunque llegues 5 minutos tarde, man. No hurry. Pero ahí estaban, en estampida.

Estamos ante un diario personal que la autora escribió para no olvidar lo que había vivido. No esperéis nada más. No hay más aspiraciones. Y eso se nota en el contenido. Esperaba una crítica a los centros psiquiátricos, una reflexión sobre cómo salir adelante una vez te has roto o un estudio psicológico sobre cómo alguien puede llegar al extremo de ser ingresado. No encontraréis nada de eso.

La protagonista critica duramente el centro psiquiátrico en el que estuvo, pero no es una crítica al sistema, sino a ese centro y, en concreto, a determinados trabajadores. Hace especial énfasis en todos los fallos que se cometieron durante su estancia, bastante graves, sin explicar aquello que hacían bien (más allá de alabar la labor de algunos profesionales concretos). La gente se equivoca, es inevitable; lo importante es cómo lo gestionas. En este caso, nadie se disculpa por lo sucedido, minimizan la gravedad de los hechos o culpabilizan a la protagonista. Puedo entender que no hagan caso de los desvaríos de algunos, pero teniendo en cuenta que lo que padece la protagonista es depresión y anorexia, no hay motivo para no creerla cuando dice que, según su informe, no puede caminar o que esa no es su medicación, sino la de otra persona con el mismo nombre. De verdad que no les costaba nada comprobarlo. La protagonista es anoréxica, pero no hay ninguna atención especial a su alimentación, es más, se pasa tres días en huelga de hambre y nadie hace nada al respecto. También hay una interna que es bulímica y el personal es tan irresponsable que le permiten ir al baño después de comer. Absurdo. Es tal la ineptitud, que creía que eran imaginaciones de la protagonista y que en determinado momento se daría cuenta de que no era que todos le tuvieran manía, sino problema de su percepción. No es así. Esta gente no debería trabajar en un hospital, y menos de salud mental.

A esta incompetencia hay que sumarle que no se aplica tratamiento psiquiátrico a los pacientes, más allá de tomar una determinada medicación (que se menciona de pasada). Hacen actividades grupales poco útiles y, en caso de que lo sean, no hay una reflexión por parte de la protagonista sobre los efectos mentales positivos que tienen. Es más, pese a que no se percibe ninguna mejora, a algunos les dan el alta. Tampoco reciben un tratamiento psicológico continuado con un terapeuta, porque este les visita una vez cada dos semanas. Además, la terapeuta de la protagonista no es inútil, sino terrible y le hace más mal que bien. Cómo le han dado el título a alguien tan poco empático y con esa nula capacidad para tratar con las personas es algo que no me cabe en la cabeza.

He terminado la novela sin saber nada de terapias, ni de cómo tratan a gente con problemas mentales en una institución especializada. El mensaje de la novela es idealista y nocivo: los psicólogos no sirven de nada y lo único que puede salvarte es el apoyo de tu entorno, en este caso, el resto de los internos. Pese a la ineptitud del personal, la visión del centro psiquiátrico está bastante edulcorada: allí encontrarás gente que te va a comprender, que trabará amistad contigo y que te ayudará a salir adelante, cuando en realidad cada uno tiene sus propios problemas, cosa que aquí no se trata.

La protagonista nos describe aquello que observa sin aportar ninguna reflexión ni sus sentimientos al respecto. A lo largo de los días, nos presentará a todos los internos con los que establece algún tipo de relación, pero no hace más que describir su comportamiento excéntrico. Vemos a gente con trastornos muy diversos, pero no conoceremos ninguno en profundidad ni siquiera los de la gente más cercana a ella. No se habla de qué enfermedades tienen realmente, más allá de lo que algunos admiten, cómo se siente al padecer algo así, cómo es su visión de la realidad o qué tratamiento reciben.

Esto no sería TAN grave, si no se aplicara también a la protagonista, y es que he terminado la novela y siento que no la conozco en absoluto. Al parecer, según menciona de fondo, durante toda su vida ha tenido anorexia y la depresión la llevó a tirarse de un puente. No nos cuenta más de su experiencia ni ahonda en sus sentimientos al respecto. No reflexiona a qué la ha llevado a estar como está ni cómo puede mejorar. He aprendido más sobre su pasado en esta entrevista que en toda la novela.

A eso hay que sumarle que te cae mal desde la primera página, porque pese a tener 30 años se comporta como una adolescente malcriada que se cree el centro del mundo y que todos están en su contra. Pensaba que eso sería consecuencia de su estado mental, pero si es así, actualmente no se ha dado cuenta de lo inadecuada que es su actitud, no ha mejorado y no ha reflexionado sobre ello. En teoría ha estudiado derecho, cosa que no se refleja en su personalidad ni se aplica en ningún momento, pero sus pensamientos son infantiles, no los de una persona madura. Entiendo que no se encontraba bien en ese momento, pero ella lo niega y, aun así, pese a la terrible terapeuta que tiene, en ningún momento se plantea pedir una segunda opinión médica, un derecho que conozco incluso yo.

La madre de la protagonista es claramente una influencia tóxica que la ha llevado a donde está, pero la protagonista no nos habla de ello, solo nos muestra dos o tres escenas en las que la madre demuestra ser una basura de persona. El padre parece majo, pero no vemos realmente conversaciones con él. La hermana aparece en mitad de la historia y aunque tiene UN momento de decirle las cosas a la cara, la protagonista no reacciona a ello ni reflexiona sobre el tema. Pese a la relevancia para la vida de la protagonista y las numerosas visitas que recibe, su familia no deja de ser un florero: no les vemos interactuar y no les conocemos.

Seguramente lo que os he contado os baste para deducir que el libro me ha aburrido como una ostra: no hay sentimiento, no hay emoción, no hay reflexión, no hay información y no hay trama. Es una narración que trata el tema de las enfermedades a la ligera, sin ningún momento de seriedad y con un tono desenfadado que pretende ser gracioso sin conseguirlo. Solo había dos caminos para narrar esta historia: o escribirla en presente, esforzándote en transmitir lo que siente alguien que está pasando por algo así, o escribirla en pasado, exponiendo cómo te sentías y reflexionando sobre el porqué de esa actitud y esos sentimientos. La autora, en su lugar, va campo a través sin llegar a pisar ninguno de los dos caminos.

El final es apresurado y súbido. El personaje da un paso adelante hacia su recuperación, pero nada más. Entonces, en un epílogo, te resume lo que pasó tras salir del centro psiquiátrico: cómo recayó de nuevo, qué pasó con algunos de los internos, cómo la intensa relación de amistad que había forjado, se convirtió en ceniza y cómo el pequeño romance que había surgido (un instalove de cuidado) se queda en nada. Todo en un par de páginas, pese a que es material más que suficiente para otra novela.

El último punto que me gustaría tratar es el de la intimidad y el anonimato. ¿Hasta qué punto un autor en una obra biográfica puede contar cosas privadas de otros sin su consentimiento y utilizar nombres reales? Sydney Bristow es en realidad el pseudónimo de una joven madrileña llamada Ana. En su caso, supongo que usó este alias porque era con el que se dio a conocer por en Forocoches, pero no se indica que use nombres falsos para referirse a los otros internos (de quién cuenta cosas personales) ni al personal sanitario. Si tenemos en cuenta la poca documentación de la novela y el escaso contacto que ha tenido posteriormente con los internos, dudo mucho que tenga su consentimiento, pero quien sabe. 

En conclusión, se nota que es la primera obra de la autora, porque tiene muchos problemas narrativos y la narración es un lío de tiempos verbales. Narra un testimonio real, pero muchas escenas y comportamientos me han resultado inverosímiles. Más allá de eso, no conocemos realmente el funcionamiento de un centro psiquiátrico ni las terapias ni las sesiones entre paciente y psiquiatra. Muestra algunas patologías, pero no se habla con profundidad de ninguna ni hay una investigación detrás. Por si fuera poco, la protagonista no nos cuenta nada sobre su pasado, sus sentimientos o cómo ha llegado a esta situación y su familia es un florero. Se nos muestra como una adolescente mimada, pese a ser una treintañera, que se cree el ombligo del mundo y que todo el mundo está en su contra. Esta visión del mundo podría ser consecuencia de su estado mental, pero no se habla de ello. Entiendo que este libro abrió la puerta a la publicación de autobiografías sobre salud mental y que contribuyó a erradicar el estigma de las enfermedades mentales al mostrarlo como algo normal. Pese a ello, hoy en día hay muchísimos relatos mejores sobre el tema que os recomendaría leer antes que este, como el manga Mi experiencia lesbiana con la soledad, de Kabi Nagata o El abismo, de Neal Shusterman.

Cosas que he aprendido:

  • Los funcionarios tienen inmunidad absoluta.
  • Tener un título no te capacita para ejercer la profesión correspondiente a ese título.
  • Vivir algo no te capacita para escribir sobre ello.

Y ya para terminar, os dejo con mis avances en Goodreads:

Cómo volé sobre el nido del cuco, de Sydney Bristow

PUNTUACIÓN...1'5/5!

Cómo volé sobre el nido del cuco, de Sydney BristowCómo volé sobre el nido del cuco, de Sydney Bristow

Primeras Líneas...

Cómo volé sobre el nido del cuco, de Sydney Bristow

Volver a la Portada de Logo Paperblog