El exceso de ambición (tantas veces desmedida) es lo que lleva a muchas personas a vivir en un nivel de insatisfacción permanente, que puede durar incluso, toda la vida. Por eso, hay que saber siempre amoldarse a las circunstancias del día a día que nos ha tocado vivir, y eso no significa resignarse, abandonando la lucha por los objetivos que uno pretende conseguir, tan solo es encajar de forma adecuada, en los momentos que la existencia nos presenta, es decir, saber cabalgar la ola, y no ir de cabeza contra ella.
Y eso tampoco quiere decir, que haya que resignarse a la desgracia, pero hemos de tener en todo momento capacidad de adaptación, para que la lava del volcán no nos arrolle, y sobre todo, que la imaginación no nos engañe, y eso nos lleve a pretender lograr cosas imposibles, que irremediablemente, van a aumentar nuestros niveles de frustración. Siempre es bueno soñar, y de hecho es sano hacerlo, pero siempre con los pies en el suelo, porque si uno vuela demasiado alto, quizá se pierda, y no encuentre el camino de vuelta a la realidad.
¡Con una caña, podemos pescar un salmón, pero nunca una ballena!
Fran Laviada