Investigar implica inevitablemente acumular informaciones, documentos, listados, recursos de todo tipo. Es adquirir conocimientos y experiencias para avanzar en las búsquedas, mientras creamos un archivo, físico y virtual, que nos será de ayuda en el futuro a nosotros y a quienes queramos ayudar.
En cuanto comenzamos a buscar información nos surgen por azar datos o localizamos fuentes que sabemos que pueden interesar a otras personas. De hecho, todos hemos podido proporcionar sorpresas agradables a amigos, familiares y a otros genealogistas, a la vez que también las hemos recibido. El personaje que surge en un documento inesperado, los registros de algún lugar que nos descubren una rama desconocida, una ilustración o un certificado que pensábamos perdidos o ilocalizables… En resumen, más de una vez hemos encontrado documentos o recursos genealógicos que nos han parecido interesantes y dignos de compartir pero… ¿por qué no lo hacemos?
Entre los genealogistas actuales muchas veces parece existir un cierto rubor o inseguridad a la hora de compartir datos. En esta disciplina donde no existen licenciaturas o diplomaturas formales (más allá de algunos estudios no reglados y en muchos casos vinculados a lo que llamaremos la antigua genealogía-nobiliaria), muchas veces tememos no contar con una base teórica suficiente para escribir un post, un artículo, una reseña. El temor sin embargo es infundado, expongamos nuestras experiencias con la simple intención de ayudar a otros a superar lo que supuso un reto para nosotros. Compartamos documentos genealógicos que puedan ser de interés general, citemos fuentes que puedan ser desconocidas, en definitiva difundamos nuestras experiencias. No se trata de escribir sesudos tratados, sino de transmitir aquello que hemos adquirido de forma autodidacta y que hubiéramos agradecido saber de antemano.
Esta visión es precisamente la que inspira a revistas como la americana Family Chronicle, la Revue française de Généalogie, o la alemana Familienforschung , publicaciones aún impensables en nuestro país. Sin embargo se basan en una concepción moderna de la genealogía que también comparten asociaciones e instituciones tan arraigadas como la Nacional Genealogical Society o La France Généalogique.
Muchos hallazgos genealógicos son guardados celosamente durante años y finalmente desaparecen, ¿qué sentido tiene?
¿Qué opciones tenemos entonces para compartir nuestras experiencias?
En cuanto a revistas en papel desgraciadamente no existen aún publicaciones dedicadas de forma expresa o parcial a la genealogía moderna en España. Algunas revistas divulgativas o de Historia incorporan ocasionalmente contenidos genealógicos, pero de forma muy esporádica y accesoria.
En cambio, sí están surgiendo revistas virtuales especializadas en Genealogía gracias a las nuevas asociaciones de reciente creación. En el ámbito nacional encontramos los Cuadernos de Genealogía, editada por HISPAGEN desde 2007. Regionales son Antzinako (País Vasco y Navarra), la revista de Ascagen (Cantabria) y el boletín de la Asociación Riojana.
También pueden ser una opción válida las revistas locales y regionales, que suelen interesarse por los artículos de temática histórica y que acogen con especial interés las informaciones sobre genealogía local.
Por último, podemos publicar en nuestras páginas personales en internet. Esta es una opción que hoy en día ya no está restringida a expertos en informática y que nos ofrece plena libertad para dar a conocer nuestras experiencias. Sobre este asunto dedicaremos un post específico.
© Antonio Alfaro de Prado