Revista Coaching
Por mucho que te leas libros de superación personal, repitas afirmaciones positivas o te digas que tú construyes tu propia realidad, habrá momentos en que sientas que nada de esto sirve para mejorar tu situación.Si no tienes trabajo, ni dinero para pagar tus facturas, si tu matrimonio se desmoronó, tienes un problema de salud y tu mejor amiga no te habla, es difícil sonreír.Algo que aprendí cuando se me juntaron algunas de las situaciones que describo, es que las penas contadas suelen pesar menos. No sólo eso, sino que si cuentas tus dificultades te abres a la posibilidad de recibir ayuda. Después de todo, si los que te rodean no saben que atraviesas un mal momento, ¿cómo van a ofrecerse para ayudarte? El orgullo no da de comer ni resuelve problemas. Por otro lado, no hay por qué avergonzarse de pasar un mal momento de la naturaleza que sea. Cuando yo me atreví a compartir mis dificultades con otras personas, recibí ayuda que no pedí, y sigo agradecida por ello.
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