Revista Opinión

Compartir de corazón y llenos de alegría

Por Campblog
Compartir de corazón y llenos de alegría
Que cada uno dé lo que le digne su corazón, no de mala gana o a la fuerza, pues Dios ama al que da con un corazón alegre... 2 Corintios 9, 7
En el capitulo 12 de San Marcos del versículo 41 al 44 nos relata una escena donde Jesús se encuentra en compañía de sus discípulos enseñando en el templo, y nos presenta una comparación entre lo que significa dar con generosidad y dar con cálculos minuciosos.
Y entonces sucede que:
41. Jesús se había sentado frente a las alcancías del Templo, y podía ver cómo la gente echaba dinero; pasaban ricos, y daban mucho.42. Pero también se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor.43. Jesús entonces llamó a sus discípulos y les dijo: «Yo les aseguro que esta viuda pobre ha dado más que todos los otros.44. Pues todos han echado de lo que les sobraba, mientras ella ha dado desde su pobreza; no tenía más, y dio todos sus recursos.»
Esta era una chica que esperaba en la sala de un aeropuerto la salida de su vuelo, y como faltaba todavía un largo tiempo, fue a los locales y se compro unas galletas y un libro, después volvió a la sala y mientras esperaba su vuelo se puso a leer el libro, en el asiento de alado estaba una señora de edad avanzada muy entretenida leyendo una revista, y en medio estaba el paquete de galletas. La joven come una galleta y disfruta la lectura hasta que ve como la Señora que está a su lado coge también una galleta.
La chica se lleno de coraje pensando en el descarado comportamiento que mostraba aquella Señora hacia ella, le parecía tan indignan-te que ya no lograba concentrarse ni reaccionar, finalmente quedaba una sola galleta, la chica no podía creerlo, y pensaba vamos a ver que hace cuando ya no tenga más galletas; pero en eso, la Señora coge la ultima galleta partiendo-la por la mitad, -esto sí ya es demasiado- dice la chica muy enfadada aventando la mitad de la galleta a los pies de la Señora, se levanto rápidamente, le grito muerta de hambre y se fue resoplando de coraje para abordar el avión.
Las dos tomaron vuelos distintos; la Señora conmovida y triste por lo ocurrido no pudo decir nada y se fue. Mientras que la chica al a llegar a su asiento, abrió su bolsa para guardar el libro y encontró ahí su paquete de galletas intacto, ¡Olvido que las había guardado! y aquella Señora había compartido todas sus galletas con ella, sin sentirse consternada o alterada.
Y ya no estaba a tiempo ni tenía posibilidades para explicar o pedir disculpas.
Habrá momentos en nuestra vida como este, en donde un simple acto de generosidad en casa o en el trabajo puede llevar a otros a responder del mismo modo, no sólo en el intercambio de cosas materiales como alimentos, dinero, objetos de valor o recursos, sino en compartir con otros el espíritu de generosidad.
“Compartir no es dar lo que te sobra, sino dar de corazón algo de lo que tú también careces…” bien, pues si de tiempo es de lo que carecemos, ¿qué mejor regalo podemos hacer que dedicar parte de nuestro tiempo a otra persona? Para mí es una de las mejores opciones para darle un uso. No creo que exista mejor sensación que la de saber que alguien está dispuesto a dedicarte su tiempo, ese preciado tesoro que día a día se va consumiendo sin que podamos impedirlo. Compartir de corazón y llenos de alegría

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