Compartir es vivir: Historias del Bus VAO

Historias del Bus VAO en Instagram

Compartir es vivir. Siempre que compartimos, todas las partes se benefician pero a veces, desde pequeños, nos inculcan otras cosas. Hoy en día, cualquier joven de entre 18 y 30 años, ha compartido alguna vez coche, ya sea para ir a la universidad, al trabajo o realizar un viaje de fin de semana. Cada vez lo hacen también más adultos. El éxito de Blablacar es un ejemplo. ¿Compartir coche con desconocidos? ¡Qué miedo! No, disculpa, se llama “economía colaborativa“.

Hoy quiero compartir una historia que conocí el jueves pasado y que me ha encantado. Se trata de una iniciativa que ha tenido un compañero de Ogilvy en Madrid, Gonzalo Urbez. Gonzalo tiene 42 años y actualmente es Director Creativo. Llevaba unos tres meses comiéndose un atasco todos los días desde Las Rozas a la oficina, hasta que se le ocurrió pasar por una parada de autobús y preguntar si alguien quería ir con él hasta el centro de Madrid, a coste cero, solamente para poder pasar por el carril de bus VAO, ya que para ello, es necesario que en el vehículo vaya más de una persona.

Yo no tengo coche y vivo en el centro de Madrid, así que afortunadamente, no tengo ese problema pero me pregunto, ¿cuántas personas hay, que diariamente, desde las afueras de Madrid tienen que llegar al centro y van solas en su coche comiéndose un atasco, durante el que se puede llegar a perder más de una hora? ¿Cuántas? ¿Por qué no se les ocurre compartir coche para poder ir por el carril del Bus VAO? ¿Es necesaria una herramienta BlablaBusVAO?

El segundo paso tras esta ocurrencia, ha sido crear un perfil en Instagram, llamado “Historias del Bus VAO” en el que Gonzalo sube un retrato de la persona desconocida, hasta ese momento, que le acompaña. Respecto a esto me comenta que dos de cada diez personas le dicen que no, que les da miedo… “Sin problemas. Respeto total, lo entiendo.”

Para mi este tipo de iniciativas a primera vista, las veo como “experimentos sociológicos”, ya que es algo que a priori, nadie espera encontrarse y que va en contra de lo que nos han enseñado de pequeños “fiarse de los desconocidos”. ¿Qué padre le diría a su hijo que puede montarse en un coche con un desconocido? Y yo me pregunto, ¿cómo reacciona la gente? “Hay de todo, gente que se sube rápido como un chollo que le libra de la espera, gente que duda (suelen ser chicas jóvenes) y también hay mucha indiferencia, casi ni te miran como si fueras un vendedor ambulante de gafas de sol”, me confiesa Gonzalo. Por otro lado Gonzalo ya tiene cuatro personas que han bajado con él unas seis veces. “Son casi amigos y ya hay mucha confianza.”

Desde hace cuatro días que conozco lo que Gonzalo hace y yo ya se lo he contado a varios amigos porque sé que les puede ayudar. Algunos me han dicho que van a probar a hacerlo también, que cómo no se les ha ocurrido a ellos antes con la de tiempo que pierden y encima les desespera y les cabrea. Imagino que porque nos han educado a conformarnos con lo que hay, en lugar de a intentar cambiar las cosas y mejorarlas. El “esto es así y no se puede cambiar” ya no vale, amigos. En ningún aspecto de la vida. Todo es posible. Solo hay que darle una vuelta, intentarlo y no frustrarse con las opiniones o reacciones de los de más.

Algunos acompañantes que ya ha cogido Gonzalo le han contado que conocen a tres personas como él que hacen lo mismo. Una chica y dos chicos. “Gente a la que se lo he comentado, nadie me ha dicho que se anime a hacerlo y es una pena. Es algo bueno para ambas partes y además conoces gente.”

Gracias Gonzalo por tu creatividad y por responder a mis preguntas. ¡Nos vemos por Ogilvy o en alguna parada de autobús! :)

–

Este post forma parte del Concurso de Post Solidarios de la Fundación Mutua Madrileña y de III Premios al Voluntariado Universitario.