La oralidad y la escritura son las dos modalidades de realización del lenguaje humano. La oralidad es natural en el ser humano. El lenguaje es complicado, evolutivo y adaptable a nuevas realidades; cambia y da lugar a diversas lenguas. Permite al individuo integrarse dentro de una comunidad permitiéndole establecer relaciones con los demás y crear y reproducir los significados compartidos por esa sociedad. Por medio del lenguaje oral, en cuya reproducción participan diferentes órganos del cuerpo como los pulmones, la lengua y los dientes, además de diferentes gestos faciales y corporales, se inicia el desarrollo de unos conocimientos que continúan toda la vida. La escritura, surgida mucho tiempo después de la oralidad, es un invento del ser humano quien a lo largo de la historia ha utilizado como soportes de la palabra diferentes elementos materiales como el barro, la seda, las pieles, las tablas de madera, el mármol, el papel...
La competencia oral hace referencia al conjunto de habilidades que posibilita la participación apropiada del hablante en situaciones comunicativas específicas. Es la habilidad para actuar, todo aquello que se necesita para lograr una comunicación eficaz; conocimiento de unas convenciones lingüísticas (reglas morfosintácticas y códigos fonéticos) y de un saber lingüístico adecuado dentro de diferentes situaciones reales socio-culturales. Para ello se debe cumplir los propósitos de la comunicación personal; lograr transmitir la información deseada y hacerlo de la forma más apropiada de acuerdo con la situación comunicativa, aplicando los principios de la coherencia. Por lo tanto, el hablante debe utilizar unos u otros elementos verbales y no verbales según el contexto comunicativo en el que se encuentre. Se nos presentan dos funciones básicas en el desarrollo de la competencia oral; el conocimiento del código lingüístico y el conocimiento social y cultural que permita utilizar el código lingüístico de la manera apropiada según la situación.
Existen varias manifestaciones comunicativas orales que no son “naturales” como las conferencias, los sermones, los discursos... que requieren una preparación y elaboración previa. No es fácil el dominio de estas diferentes formas de hablar pero el desarrollo de la competencia comunicativa oral forma parte de la educación lingüística puesto que la oralidad es la herramienta que permite las relaciones sociales (ocupa un lugar importante en la vida pública, institucional y religiosa) y cumple funciones estéticas y lúdicas (cuentos tradicionales, mitos, refranes, chistes...). Un papel fundamental en el desarrollo de la competencia comunicativa oral lo desempeña la institución escolar, que permite a los estudiantes acceder a una serie de discursos que les permitirán aumentar su capacidad de expresión y su habilidad a la hora de realizar una comunicación oral o escrita. También nos encontramos con la denominada “oralidad secundaria”, la llevada a cabo por los medios de comunicación y que influye de manera notable en la formación de ciertos comportamientos verbales y no verbales.
Pero hay que tener en cuenta que no todos los individuos que forman parte de la sociedad son capaces de adquirir y desarrollar la competencia comunicativa, puesto que no todos se mueven en los mismos entornos ni tienen la misma posibilidad de ampliar dicha competencia; unos se relacionan en grupos más restringidos (emplean recursos lingüísticos limitados, asociados al registro coloquial) mientras que otros lo hacen además en entornos públicos y variados (les aporta recursos más completos y diversos, un “capital lingüístico”).También la competencia oral varía de unas culturas a otras; la forma de dirigirse a los demás, los temas apropiados para hablar según el contexto o la separación entre lo privado y lo público dependen de la diversidad intercultural, de las costumbres de unas y otras sociedades.
En conclusión, el aprendizaje de una lengua precisa de una competencia comunicativa que permita al individuo expresarse correctamente de forma oral y escrita para potenciar su capacidad de desenvolverse adecuadamente en las diferentes situaciones de la vida cotidiana. En ésta influyen otros aspectos fuera del marco lingüístico como el papel de la institución escolar y los mass media, la cultura a la que pertenece el sujeto y el entorno social en el que se mueve.