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Competencia Oficial. Guerra de egos cinematográficos

Publicado el 23 febrero 2022 por La Henryteca @LaHenryteca
Por Iria Dominguez.

Muchas películas han destacado en el 2021, pero "Competencia Oficial" podría entrar en el grupo como la comedia del año.  Los argentinos Mariano Cohn y Gaston Duprat se encargan de recolectar pedazos de sus temas e historias ya habituales para juntarlos en una nueva propuesta innovadora, que fue estrenada en el 69 Festival Internacional de Cine de San Sebastián. En esta ocasión, la historia nos la presenta un octogenario dueño de una farmacéutica que, aun teniendo todo el dinero que pudiera desear, siente la necesidad de dejar una huella en el mundo. Competencia Oficial. Guerra de egos cinematográficosPodría construir un puente, pero se decanta por hacerlo a través de una película. Para ello, contrata a Lola (Penélope Cruz), una directora de gran trayectoria y más grande aún excentricidad. El problema llega cuando ella decide que los protagonistas deben ser Félix Rivero (Antonio Banderas) e Iván Torres (Óscar Martínez). El primero, aclamado internacionalmente, de poder adquisitivo y popular entre el público. El segundo, actor de método originario del teatro y profesor humilde de actuación. Durante los extravagantes ensayos a los que los somete Lola, se desata una guerra de egos en la que nadie da el brazo a torcer.La película se abre con la cara de un payaso. Pero este, tan apegado a lo infantil y festivo, se muestra triste. Lo que debería ser divertido ya no lo es y lo que no debería serlo tanto se vuelve el plato principal de la comedia. Porque esta pareja de directores/guionistas tiene ya por costumbre echar mano de esa comedia incómoda en la que las situaciones crean cierta molestia hasta el punto de poder reírse de ellas mismas.Competencia Oficial. Guerra de egos cinematográficos
Tiene ya cierta mala leche el planteamiento, reflexionando sobre la posibilidad de crear un cine prestigioso bajo la sombra del interés. No es que este millonario esté familiarizado con las artes cinematográficas, tampoco es que le importen; su único interés es trascender. Ni siquiera se ha leído la obra que pretende adaptar con éxito. De todos modos, no se profundiza más en ello porque el octogenario tan solo aparece como MacGuffin para dar inicio a lo que de verdad importa: los ensayos de la película.Sin duda, uno de los fuertes del metraje recae en el reparto. Duprat y Cohn dejan definitivamente a un lado el uso de personas desconocidas en esta ocasión. Penélope Cruz, Antonio Banderas (al fin compartiendo pantalla) y Óscar Martínez encabezan, con gran acierto, el elenco de renombre de Competencia Oficial. Y es que una historia de metacine nunca resulta sencilla y, sin embargo, estos tres actores hacen que parezca demasiado fácil. Actúan que actúan y no abandonan el papel en ningún momento. Competencia Oficial. Guerra de egos cinematográficosEl espectador lo compra desde su primera aparición. De hecho, incluso se retuerce más la cosa llegando a un punto en el que actúan que actúan que no actúan, creando cierta incógnita acerca de qué parte es cierta y qué parte no lo es tanto. A veces se burlan de ellos mismos, incluso de sus acentos, y resulta un placer oírlos hablar sobre los Óscar o sobre sus métodos opuestos de preparación.Penélope Cruz se luce en este papel tanto (sobre todo en su parte más cómica) que ni siquiera soy capaz de odiar a su personaje tanto como debería: enigmática, dura, sensible, excéntrica, incomprendida, egocéntrica, cuestionable en sus métodos y modos. Cada vez que aparece casi pareciera la película convertirse en una performance y empieza a dar mucho más igual el qué, prevaleciendo el cómo. Todo lo que rezuma su personaje es tan abrumador que atrapa. Alrededor de Lola hay un aura de arte plástico que hace de ella una persona todavía más peculiar, empezando por esa estética kitsch que tan bien le sienta. Se empatiza con ella en algunas escenas más que en otras y por ello no cuesta ponerse en la piel de los actores en los ensayos y tampoco en el de la directora en medio de las discusiones entre ambos.Competencia Oficial. Guerra de egos cinematográficos La gran Ava Gardner decía que solo tenía una regla de actuación: confiar en el director en cuerpo y alma. El problema para estos dos actores es que Lola puede resultar demasiado complicada y, en ocasiones, incluso extrema. Y es que, si Félix e Iván llegan a coincidir en algo (no ocurre a menudo), es en insultarla a ella. Me gusta pensar que tiene alguna connotación más allá de la causalidad que intenta al menos dar un poco de visibilidad al machismo dentro de la industria, aunque sea de manera algo superficial.Antonio Banderas y Óscar Martínez tampoco se quedan atrás. Ambos se enfundan tan bien en sus roles que casi aseguraría que son ellos los encargados de aportar gran peso cómico, logrando pulir acciones o diálogos que quizás sobre papel no consiguen tanto peso.Aunque Competencia Oficial se sienta como una sátira fresca y original, hay que tener en cuenta que no se trata de un producto demasiado innovador dentro de su filmografía. Más bien, parece que recogieron los retazos de películas anteriores como Mi obra Maestra o El Ciudadano Ilustre.Competencia Oficial. Guerra de egos cinematográficosPara empezar, Gastón y Mariano son unos expertos en retratar mundos artísticos y en generar reflexiones a su alrededor. Ya lo hicieron con pintores (Mi Obra Maestra o El artista), un diseñador/arquitecto (El hombre de al lado) o un escritor (El ciudadano ilustre). Era hora de abarcar lo que más de cerca les tocaba a ambos: el mundo del cine. Además, parecen especialmente interesados en los conflictos entre dos hombres opuestos. El hombre de al Lado o Mi obra maestra ya demostraron el atractivo de esas relaciones de odio y desacuerdos para estos directores, que deciden retomar la dinámica una vez más. Pero esta vez lo hacen apoyándose en una de sus películas más aclamadas: El Ciudadano Ilustre. En esta obra, Daniel Mantovani abre la película recibiendo un Nobel de literatura por una novela suya. En un momento del film, nos cuenta la historia que trata: dos hombres (hermanos) se enfrentan en sus discordancias y terminan enamorados de la misma mujer. El hermano adinerado y de poder, la convence para que se case con él. Con la excusa de zanjar los malentendidos, el más humilde decide visitar su casa y hablar con él. (Se desvela también el final, pero hacerlo supondría un spoiler para la nueva película). Con el mismo plano, muy cerrado y rompiendo la cuarta pared, Lola nos cuenta la misma historia, añadiendo pequeñas diferencias y detalles. 

Competencia Oficial recoge así el legado de un personaje anterior, dándole un poco de continuidad, alargando un poco su vida y haciendo acopio del mensaje que ellos mismos dan en un momento: a veces no se sabe cuándo termina una película. Hay tanta conexión con esta película, entre otras, que incluso se recrea de cierta manera el discurso anti-sistema de Daniel al recibir el Nobel. Iván Torres, interpretado de igual manera por el argentino Óscar Martínez, no puede ser más parecido a él (hasta el más mínimo detalle, como el de negarse a hablar en inglés) y creo que de Daniel lega ese ego hipócrita disfrazado de intelectualidad. A lo largo del metraje, el público habitual de ambos directores podrá ir disfrutando de los toques de sus anteriores trabajos sin desmerecer el esfuerzo puesto en este último.Competencia Oficial. Guerra de egos cinematográficos
La trama se desarrolla a partir de los ensayos previos a la filmación. De esta manera, la historia no fluye de forma demasiado lineal y natural, como sí hicieron en El Ciudadano Ilustre, sino que se trata más de un juego de sketches que guían la historia y plantean situaciones incómodas, extravagantes —casi esperpénticas en ocasiones— y delirantes para llevar al límite las relaciones entre personajes, mostrando las pretensiones y debilidades de cada uno. Se trata de un esquema narrativo algo diferente que consiguen llevar a la perfección porque algo que podría resultar una repetición de lo anterior, sabe a nuevo; y lo que podría aburrir, divierte como nunca.

Los personajes interesan porque están escritos desde lo real. Se sabe que hay muchas referencias para todos ellos aunque no haga falta adivinar ningún nombre. El tema del ego actoral se repite entre la industria, pero no se retrata tanto en ella misma. Dentro del tema, además, escogen el espacio íntimo de los ensayos previos, donde todos muestran una cara más convencida de sus ideas. Porque el guion habla de perspectivas muy distintas buscando el mismo resultado. Iván es un descendiente de Stanislavski y Félix parece menos comprometido con el personaje y más con su trabajo. Para Félix, el público lo es todo, para Iván, este no parece a la altura del buen criterio. Las técnicas de uno molestan al otro y viceversa y el punto de vista peculiar de la directora sobre absolutamente cada palabra no deja de aumentar la tensión en el ambiente. Todo es un caos que se presenta organizado y de una manera inteligente, sin perder la atención del espectador y con un humor —en ocasiones predecible— que funciona y entretiene a todo el mundo.Y es que además de hacerse muy amenos todos los minutos que dura esta película, Duprat y Cohn consiguen introducir dos planos diegéticos de una manera inteligente, aportando más drama con el plano más profundo y más comedia con el que acaricia la superficie. Ambos mundos se alimentan y del mundo doblemente ficticio (el de la adaptación) salen detalles e incluso temas que enriquecen al otro, llegando a fusionarse en ciertos momentos.

Competencia Oficial. Guerra de egos cinematográficos

Además, gracias a la capacidad interpretativa de los actores, hay muchos momentos en los que el público no sabe a ciencia cierta cuánto de lo que está viendo es actuación o verdad para Félix, Iván e incluso Lola. Otra de las fortalezas de la película.Sin embargo, si hay que ponerle un pero al tratamiento de esta historia, es que parece que quiere alcanzar más profundidad de la que consigue. Unas pretensiones reflexivas que, si bien existen, no resultan tan elaboradas como en El ciudadano Ilustre. Aunque tengo que decir que le veo mucha más fuerza cuanto más sutiles son. Creo que la imagen de la mujer encargada de la limpieza barriendo los restos del berrinche de uno de los actores grita más que la del sintecho junto al local en el que Félix se come una hamburguesa, aunque tanto composición como tratamiento de la imagen sean excelentes.En un plano más visual, Mariano Cohn ya indicó en el festival de San Sebastián 2021 que los directores no querían hacer aburrido el rodaje de una comedia, así que decidieron dar manga ancha a los actores para que pudieran realizar su trabajo. De esta manera, la cámara parece a veces una espectadora más, regalando planos amplios y un poco estáticos donde los actores pueden explayarse en sus roles. No por ello se deja de lado la capacidad narrativa y expresiva del cuadro; parece evidente el gran sentido compositivo de este equipo, hermanado con las artes plásticas, que consigue algunos planos dignos de una pintura llena de color, simetría y contemporaneidad. Incluso se evidencian sus gustos por esta rama artística con guiños a obras famosas como La Civilización Occidental y Cristiana (de León Ferrari), que cuelga de la pared sobre la cama de Lola en un plano simétrico y equilibrado. Además, y esto me parece muy importante, crean situaciones y planos poco convencionales que quedan en la memoria del espectador (la gran roca todavía viene a mi mente mientras escribo esto). Se juega con el posicionamiento de cámara en casi todo momento y se busca siempre combinar de una manera expresiva fotografía y arte para impactar al espectador, metiéndolo de lleno en el mundo que se le presenta.
Competencia Oficial. Guerra de egos cinematográficos

Hay que destacar el trabajo de Sara Natividad, dirigiendo el equipo de arte, que refuerza la potencia visual de la película. El montaje, por su parte, muy sencillo, acompañando así a las escenas de planos abiertos y pausados. La comedia se construye casi exclusivamente con guion, dejando de lado los trucos de montaje-comedia más propios de autores como Edgar Wright. Pero no importa, porque el guion es lo suficientemente sólido y las ideas son lo suficientemente locas como para mantener el humor bastante arriba. Es cierto que Competencia Oficial se queda algo suave como sátira, le falta fuerza para serlo, así que mejor quedémonos con su análisis exagerado de la realidad. Los personajes, aunque son interesantes, no terminan de evolucionar en su arco tanto como cabría esperar. Lo bueno es que sí se juega con la empatía del espectador, modelándola y cambiándola de bando en cada situación. No decepciona, divierte, hace reflexionar por momentos y deja la película por lo alto. La sala se llenó de risas, aunque es probable que no gane demasiados premios oficiales. 

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    • ##check## Lo bueno
      • Situaciones alocadas y divertidas que entretienen a cualquiera.
        Reflejo exagerado de unos personajes verosímiles.
        Capacidad visual muy plástica.
    • ##times## Lo malo
      • No es tan profunda ni reflexiona tanto como podría.
        Pueden sobrar algunas escenas a ojos de los más críticos.
        No consigue ser tan satírica como se pretende.

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    • Ambientación 9.0
      • Espacios abiertos y casi solitarios que se llenan con la acción de los personajes. Arte y fotografía unidos para crear composiciones llenas de color, equilibrio y sentido.
    • Desarrollo de Personajes 6.5
      • Si bien lo que interesa aquí son los personajes, es cierto que su arco de transformación (para uno más que para otro) parece casi inexistente. Ambos sufren pequeñas transformaciones en poco tiempo que destruyen poco después (un poco como la vida misma). Las relaciones entre ellos, eso sí, conforman el gran atractivo de la película, con dos personajes enfrentados que odian casi todo y ansían un poco de lo que el otro tiene.
    • Argumento / Guion 8.0
      • Guion a primera vista simple, pero que esconde varios planos diegéticos y que juega con ellos en favor del drama y la comedia. Se queda detrás de El Ciudadano Ilustre, pero funciona bien en este esquema de sketches unidos en torno al objetivo principal. Algunos personajes, como el de José Luis Gómez, se dejan de lado, pero solo salen para lo que de verdad interesa.
    • Banda Sonora 7.0
      • No destaca demasiado, pero tampoco se cae. Por gusto personal, noté mucho piano en las zonas más dramáticas y no soy muy fan de su uso, pero es cierto que me recuerda al cine más amateur y temprano de ambos directores. En una escena incluso se ríen del intelectualismo alrededor de la música, así que casi que les beneficia la sencillez de los temas.
    • Entretenimiento 9.0
      • La introducción ocurre en apenas dos secuencias y se nos lanza rápido al meollo del asunto. No decae demasiado el humor, aunque haya situaciones o comportamientos predecibles por momentos. En la sala solo había risas y silencio y pocas pantallas iluminaron intermitentemente la oscuridad de la proyección.
    • Montaje / Innovación técnica 7.0
      • Montaje sencillo que acompaña la técnica de la película. Uso interesante de la rotura de la cuarta pared con primerísimos primeros planos que consiguen calar mucho más en el espectador. Interesante selección de posicionamiento de cámara.
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    • Puntuación Total  8 / 10
      • Estrella
        Estrella
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Trailer:

Fuente Imágenes: Buena Vista Cine / Disney Pictures


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