Revista Opinión
Este país, como todos, es una mezcla de gentes muy diversas, desde hace muchísimo tiempo. La Península Ibérica existe en cuanto suelo desde hace millones de años, lleva poblada probablemente cientos de miles de años, -hace 500.000 los pitecantropienses, 200.000 los Neandertal, 40.000 Homo sapiens, según J. Vicens Vives-. Atapuerca tiene datas de 780.000 años. Sabemos que en la Península vivieron pobladores de procedencias distintas desde hace 3.000 años. Jaume Vicens Vives en ‘Aproximación a la Historia de España’, 7ª edición de 1970, reseña la cohabitación de pueblos: indoeuropeos, argáricos, fenicios, -tartesios-, helenos, iberos, celtas, celtíberos, cartagineses; y romanos que durante cientos de años compartieron con pueblos germanos; francos, suevos, alanos, visigodos. Y naturalmente, árabes –con sirios y bereberes- y godos; musulmanes y cristianos, y sus mezclas mozárabes, convivieron cientos de años.
Todos ellos entraban en la Península desde fuera y se hacían peninsulares, españoles de entonces, sus mezclas formaron núcleos humanos con diversidad de culturas e intereses y han protagonizado acontecimientos de todo tipo, hasta hoy, a sus actuaciones se les puede adjetivar con los mejores y peores conceptos que puedan encontrarse, los mismos hechos para algunas personas serán de utilidad los mejores adjetivos, para otras serán calificados con los peores. No es muy diferente al resto del mundo, salvo en la desafección generalizada hacia lo español en grandes sectores de población que huyen de incluirse en la definición del pasado genérico de sus antiguos coetáneos. Las razones son variadas y llegan hasta el presente de viejas ynuevas generaciones, en todas ellas anida un cierto complejo de inferioridad al compararse con la percepción favorable, exagerada, de lo europeo, desde aquella leyenda negra creada y difundida por el protestantismo en la época imperial, que pretendía lógicamente debilitar a su enemigo en el mundo, hasta el enorme peso del franquismo en la anulación de gran parte de personas y acontecimientos de nuestra historia al tiempo que impulsó la interpretación sesgada de muchos de ellos que anulan su comprensión, empujando a muchas personas a desmarcarse de aquel pasado, que han asimilado con única interpretación posible, la del franquismo, de la que quieren separarse exageradamente, alejándose de todo su pasado español. Recientemente el independentismo catalán desarrolla y difunde con fuerza aquí y en el mundo, la baja calidad democrática española, asimilándola al franquismo, como elemento que permita debilitarla, tanto nacional como internacionalmente, para así sumar aliados en la consecución de sus objetivos secesionistas, o al menos debilitar las posiciones de sus enemigos, los españoles. Tanto en el pasado como en el presente, tales posiciones de leyenda negra, franquistas o independentistas, encontraron aliados nacionales e internacionales, porque siempre y en todo lugar, hay gente para todo.
Por extrañas razones, que no por pruebas racionales contrastadas, se ha considerado más democrático y progresista lo catalanista y lo vasquita, siendo como son y fueron, partes inherentes del pensamiento mas carca de las élites españolas, por ejemplo constituyeron el núcleo duro de gobierno durante el franquismo, y de todas las dictaduras que aquí hubo… A País Vasco y Cataluña fueron empujados a emigrar a millones de españoles como mano de obra barata, ultraprecaria, para que reconstruyeran en primer lugar aquellos territorios y procedieran las burguesías vasca y catalana rápidamente a la acumulación de capital. Hacia aquellos territorios se destinaban las inversiones españolas, tanto públicas como privadas a las que se dirigía o empujaba hacía allí con las prácticas habituales de cualquier dictadura.
Un complejo de inferioridad se extendió entre la población española considerando que aquellos periféricos eran modernos, más listos y productivos que el resto. Una gran mentira, tan falsa como los duros de madera, si las inversiones que se destinaron allí hubieran ido a Murcia o Almería, por ejemplo tales como Seat o complejo petroquímico tarraconense hubieran supuesto un polo de desarrollo y provocado un crecimiento enorme de otros lugares. Si las facilidades a sus industrias no se hubieran producido la distancia o desigualdad entre territorios no habría aumentado, por ejemplo la aplicación de aranceles dejaba al mercado español cautivo en sus manos obligando a pagar mayores precios por sus textiles que si hubieran entrado del exterior.
Durante el siglo XIX y XX múltiples intelectuales catalanistas han escrito cientos de páginas desarrollando teorías racistas y xenófobas justificando diferencias, comparándose con un español fabricado con imagen deshumanizada y despreciable, lo cual les situaba a ellos en lo alto de la escala, -catalanistas preocupados por la raza catalana son-: Jaume Antón Aiguader i Cortés, ValentíAlmirall, Josep Armengou, Joan Ballester, Josep M. Batista i Roca, Carmil Bofill i Torrents, Jaume Bofill, Pere Bosch, Frances Cambó, Carles Cardó, Daniel Cardona, Joaquín Casas I Carbó, Miquel Coll Alentorn, Alexandre Cortada, Frances de Paula Curet, Miquel d’esplugues, Joaquín Folguera I Poal, Pompeu Gener, Angel Guimerá, Joaquín Lluhí I Rissech, Frances Maciá, Joan Maluquer, Joan Maragall, Domenech Martí, Hipolit Nadal, Alfons Par I Tusquets, Salvador Pernau, Frances Pi i Margall, Carles Pi I Sunyer, Josep Pijoan Soteras, Enric Prat de la Riva, Josep Puig I Cadafalch, Hermegil Puig y Sais, Jordi Pujol, Bartomeu Robert, J. Narcís Roca, Pere Martir Rosell, Antoni Rovira I Virgili, Salvador Sampere i Miquel, Miquel dels Sants, Carles Sentís, Josep Torras i Bages, Emilli Vallés, Josep Antoni Vandellós, Ernest Vendrell, Joan Baptista Vilá…
Muchos de estos autores dan nombre a calles y plazas, estaciones de metro, universidades, centros culturales, edificios públicos, etc. y son venerados por el movimiento independentista en sus miles de páginas web, conferencias, libros,… en las redes, en colegios, institutos y universidades, y en los ayuntamientos que controlan y dominan. Sus escritos, sus vidas, argumentaciones y teorizaciones son la base emocional e intelectual sobre la que se apoya el catalanismo independentista, su difusión es y ha sido extraordinariamente alta durante muchos años.
Cuando hablen de España y los españoles, recuerden al último Jefe del Gobierno durante la II República, Sr. Negrín, y al Presidente de la II República, Sr. Azaña, y a millones de españoles que lucharon por la igualdad, la libertad y solidaridad, recuerde a los antifranquistas, a usted y a mí, a los luchadores por el progreso y contra las injusticias.