Revista Cine

Completismo

Por Francescbon @francescbon
COMPLETISMOPerversa palabra. Responsable de que, hace años se apilaran en mi casa infinidad de CD maxis de los cuales, ahora que los miro, no saco mucha cosa aprovechable. Obsesión por tenerlo todo o leerlo todo o verlo todo. Las rarezas, los inicios, las colaboraciones. El sueño húmedo de los mitómanos y el ejemplo vivo de esos fanáticos que de vez en cuando muestra la prensa en esas entrevistas con ocasión de la visita o la muerte de un artista. Perseguir esa mezcla, esa canción, esa grabación o ese cuento editado bajo pseudónimo. Antes de que Björk se decidiese a hacer, directamente ella, música inescuchable, puedo aseverar que mi afán completista me llevó a oír la que considero la peor música que he podido meterme en las orejas: una aborrecible remezcla de un tema suyo por un tipejo llamado Beaumont Hannant. Tan horrible que espero que sea imposible encontrarla ni en Youtube para quien quiera exponerse a esa tortura.Nada explica, salvo el completismo respecto a la carrera de Boris Vian, la publicación de Escritos de Jazz. Bueno, claro, la obsesión de una editorial por hacer caja a cuenta de un nombre mítico, como fue este escritor y músico francés, parisino de pro, de esa generación de los Sartre y Camus, desaparecido con sólo 39 años. Pues este libro, que arrebaté ilusionado del mostrador de novedades de la biblioteca, no aporta nada a la obra del autor de Escupiré sobre vuestra tumba. Nada. Cero. Triste, pero lo único que aporta este libro son algunos comentarios (los menos, todo es muy plano) ligeramente socarrones, ligeramente ácidos, de Vian atacando a otros críticos, sopesando vicios y virtudes de músicos del firmamento jazz de los años 30 a los 50, presentando ediciones, escribiendo editoriales en prensa especializada, y pasándose de tecnicismos al reseñar discos (cuenta los compases, disecciona las canciones), para mi desespero pues esperaba, como mal menor, encontrar algún disco ahí que llamase mi atención. Peor; encontrar que un escritor tan canalla, tan diletante, se convierte en inofensivo y casi naïf cuando redacta textos introductorios de colecciones de discos. Que muestra un entusiasmo bordeando lo meramente comercial, cuando presenta su estilo de música a los profanos. Cuando no hay nada más legítimamente despreciable que un crítico snob restregando a los ignorantes todos y cada uno de sus conocimientos, que es lo que yo esperaba de Vian. Pero no.

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