La capacidad que en muchas ocasiones, tienen las personas para soportar toda clase de sufrimientos y adversidades, se escapa a todo lo comprensible, y de la misma forma, la maldad que también tienen otras personas (por llamarlas de alguna manera), queda fuera de la capacidad de asimilación del cerebro, de cualquier individuo que se considere poseedor de un mínimo de decencia.
Fran Laviada