Revista Educación
El vacío que tengo adentro no lo puedo explicar, es como si me estuvieran estrujando, revolviendo, desgarrando… supongo que son las sensaciones de la niña angustiada que fui y de la madre que ahora sostiene en brazos a su nena. Justo ahora, mientras pasa este vendal interno, la tengo acunada en mi regazo tomando teta y no puedo otra cosa que aferrarla fuerte, abrazarla, llenarla del amor que este mundo no sabrá prodigarle, mimarla casi compulsivamente, por este miedo visceral que me da la sociedad que hemos construido y en donde Kyara tendrá que desenvolverse.
Leyendo un maravilloso post de Ileana de Tenemos Tetas, ¿Qué es el instinto maternal? (por favor no se queden sin leerlo) llegué a este producto (abajo les dejo el vídeo, las imágenes hablan por si solas). Lo último para cuidar, amar y contener a tu bebé, la seguridad total para evitar posibles traumas!.... es que me dan ganas de llorar, porque lo que es obvio, terriblemente obvio es que no somos ignorantes de la necesidades del los bebés, somos INDIFERENTES! somos INDOLENTES!! Ya se que es descubrir que el agua moja, pero cuando me encuentro con las pruebas de nuestras negligencia se me ponen los pelos de punta!
Para crear algo así, para vender algo así, para comprar algo así hay que ser conscientes de lo que los bebés necesitan, hay que saber, aunque sea en un recóndito lugar de nuestro cuerpo que los bebés no necesitan otra cosa que amor, calor, cuerpo, teta, contacto…sino no crearíamos sucedáneos para cubrir estas necesidades, no concebiríamos la molestia de malgastar tiempo, creatividad, recursos en inventar engendros robotizados que reproduzcan aquello que tenemos y somos naturalmente... pero obvio, no somos funcionales quedándonos en casa, eligiendo cuidar, mucho menos siendo conscientes que las necesidades de nuestros hijos se cubren con nuestro cuerpo, no somos funcionales si dejamos de anteponer nuestra necesidades adultas que nos impulsan a producir y sobre todo consumir (para llenar este vacío existencial producto de la falta de amor) por encima de nuestro hijos, no somos funcionales si aprendemos desde pequeños lo más importante: la felicidad, la seguridad, el bienestar, la “realización” no están en lo que consumimos, están en lo que somos y en la calidad de vínculos (empáticos, amorosos, contendores, motivadores) que construimos, cuyo desarrollo depende de ese primer vínculo, de ese básico y primario de esa fusión madre-hijo que nos da la vida.
Pero lo más peligroso es que nos están vendiendo, no solo un producto absurdo sino una imagen de la maternidad aparentemente atenta y cuidadosa, amantísima hasta decir basta (solo hay que ver la cara de enamoramiento y arrobamiento de la mujer del vídeo), un madre conciente de las necesidades de su criatura y que desde ese lugar compra y adquiere, asegurando así para su hijo el “mejor” futuro y para sí misma el silencio total de su instinto.
Lo siento, tengo un nudo en la garganta, no me salen las palabras…
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Leyendo un maravilloso post de Ileana de Tenemos Tetas, ¿Qué es el instinto maternal? (por favor no se queden sin leerlo) llegué a este producto (abajo les dejo el vídeo, las imágenes hablan por si solas). Lo último para cuidar, amar y contener a tu bebé, la seguridad total para evitar posibles traumas!.... es que me dan ganas de llorar, porque lo que es obvio, terriblemente obvio es que no somos ignorantes de la necesidades del los bebés, somos INDIFERENTES! somos INDOLENTES!! Ya se que es descubrir que el agua moja, pero cuando me encuentro con las pruebas de nuestras negligencia se me ponen los pelos de punta!
Para crear algo así, para vender algo así, para comprar algo así hay que ser conscientes de lo que los bebés necesitan, hay que saber, aunque sea en un recóndito lugar de nuestro cuerpo que los bebés no necesitan otra cosa que amor, calor, cuerpo, teta, contacto…sino no crearíamos sucedáneos para cubrir estas necesidades, no concebiríamos la molestia de malgastar tiempo, creatividad, recursos en inventar engendros robotizados que reproduzcan aquello que tenemos y somos naturalmente... pero obvio, no somos funcionales quedándonos en casa, eligiendo cuidar, mucho menos siendo conscientes que las necesidades de nuestros hijos se cubren con nuestro cuerpo, no somos funcionales si dejamos de anteponer nuestra necesidades adultas que nos impulsan a producir y sobre todo consumir (para llenar este vacío existencial producto de la falta de amor) por encima de nuestro hijos, no somos funcionales si aprendemos desde pequeños lo más importante: la felicidad, la seguridad, el bienestar, la “realización” no están en lo que consumimos, están en lo que somos y en la calidad de vínculos (empáticos, amorosos, contendores, motivadores) que construimos, cuyo desarrollo depende de ese primer vínculo, de ese básico y primario de esa fusión madre-hijo que nos da la vida.
Pero lo más peligroso es que nos están vendiendo, no solo un producto absurdo sino una imagen de la maternidad aparentemente atenta y cuidadosa, amantísima hasta decir basta (solo hay que ver la cara de enamoramiento y arrobamiento de la mujer del vídeo), un madre conciente de las necesidades de su criatura y que desde ese lugar compra y adquiere, asegurando así para su hijo el “mejor” futuro y para sí misma el silencio total de su instinto.
Lo siento, tengo un nudo en la garganta, no me salen las palabras…
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