Hace unos días, una amiga de las redes y encanto de persona, Telayna, compartió esta imagen en su cuenta de Instagram y me inspiró para publicar algo sobre lo que hace un tiempo vengo reflexionando. Veo con asombro y tristeza cómo se ha generalizado una práctica que resulta un tanto cuestionable para quiénes creemos en el valor de la verdad y la transparencia.
Así es, la compra de seguidores se volvió algo frecuente y a la vista de todos. Lo que antes se hacía en las sombras y de a poco como para no despertar sospechas, ahora se realiza burdamente, duplicando la cantidad de "followers" de un día para el otro. Hasta las mismas redes lo ofrecen como un atractivo para aumentar la comunidad y los "likes".
Ahora bien; qué sentido tiene esta movida? ¿Cuál es la gracia de sumar gente a nuestros perfiles si ese aumento es consecuencia de una compra? La explicación es parte del problema; cada vez más las marcas y sobre todo las agencias de prensa, realizan las acciones de comunicación a través de alianzas con "influencers" y se cree que una de las variables para identificar a estos referentes es la cantidad de seguidores en sus redes.
Así es como se contactan vía correo electrónico y sin siquiera hacer una investigación previa sobre interacción del blogger con los seguidores, o en qué medida son activos o no, le preguntan ante todo cuál es la cantidad de followers que tiene, como si eso solo diera una dimensión del alcance que la acción puede llegar a tener, no hacen mención al engagement o las interacciones reales, solo el número parece definir el interés.
Al ver que much@s suman seguidores de a cientos cada día, otr@s también caen en la tentación y así estamos en presencia de una especie de carrera por ganar "amigos virtuales" más virtuales que nunca. Est@s bloggers por momentos me recuerdan a Susana Giménez y su espejo "a medida" o el photoshop de las tapas de su revista, esa fantasía de creerse la propia mentira y francamente, dan pena.
Estoy convencida de que esta práctica tiene un límite y como todo, va a caer por su propio peso. Hay muchas herramientas de fácil acceso para descubrir la farsa de los falsos seguidores y como dice el dicho popular, la mentira tiene patas cortas.
Desde acá y desde las redes asociadas al blog seguiremos creyendo que la verdad tiene peso y que más vale tener menos seguidores pero que sean reales y sumados por su propia iniciativa, a disponer de miles ganados con la billetera.
Se abre el debate, qué opinan ustedes? Nos leemos, amig@s; buena semana!