Revista Coaching

Comprender nuestras distracciones para aumentar la productividad – Parte I

Por Utopiacf
distracciones

Nuestras distracciones representan el mayor ladrón de tiempo en el día a día de toda persona. La productividad y las distracciones son “peores enemigas” y la una colisiona con la otra sin que haya nada que las pare. Si queremos ser productivos, eficaces y que nuestro trabajo salga adelante, lo primero que tenemos que hacer es resolver el asunto de las distracciones. Y lo decimos nosotras que seguramente mientras estamos generando este contenido tenemos, como mínimo, la fuerte tentación de parar y mirar el email, WhatsApp o levantarnos para hacernos un rico té. 

¿Qué son nuestras distracciones?

Ay nuestras distracciones. Siempre han estado ahí y de hecho, lo están. El problema es que con Internet y los móviles, se han cuadriplicado. Ahora, nuestras distracciones son el centro de nuestra vida y, literalmente, nos manejan y controlan. Es muy difícil hacerse con ellas y conseguir mantenerlas a ralla. ¿Se puede? Sí pero con muchísima fuerza de voluntad, entrenamiento e incluyendo métodos en nuestra rutina de trabajo que nos ayuden a no recaer.

Pero ¿a qué llamamos realmente “nuestras distracciones”? A todo aquello que en el día a día, durante nuestra jornada de trabajo, nos haga distraer el foco de la tarea que tenemos entre manos y estamos ejecutando. Todo lo que nos despiste, nos distorsione la atención, nos lleve hacia otro lado del que estamos y en el que deberíamos permanecer. 

Todos tenemos distracciones, absolutamente todos (las estándar para todos y las extras de cada persona dependiendo de su trabajo, sus tareas y también, su forma de ser). Controlarlas, tenerlas apartadas y solo sucumbir a ellas cuando realmente queremos hacerlo, eso es otro”cantar”.

Así que para poder solucionar el problema de las distracciones lo primero que hay que hacer es como siempre, analizar las nuestras, identificarlas y de ahí, gestionarlas de la forma más saludable posible. 

Las distracciones más habituales en el entorno actual

Nos encontramos en una época en la que las distracciones se han apoderado de nosotros. Estamos hiper-conectados y no pasa ni un segundo del día (literalmente) en el que no estemos expuestos a algún in-put digital: una llamada de teléfono, un mensaje – whatsapp o de cualquier otra mensajería (que tenemos tener varias abiertas en nuestro ordenador), redes sociales, leer un blog, un email… 

Todas estas distracciones se han sumado a las que ya teníamos antes de la llegada de Internet que si recordamos (hay que hacer el ejercicio) eran muchísimo menos y más controlables (quedar con alguien a tomar algo, que alguien se nos acercase en la oficina para hablar…). Solo hay que pensar en si en nuestro día no tuviésemos Internet (en ningún dispositivo) ¿qué distracciones tendríamos durante la jornada de trabajo? Sí, cuesta encontrarlas y además, esas las tenemos más que bajo control. 

Ahora mismo, las distracciones se focalizan en Internet. Todo lo que viene del entorno digital puede considerarse una distracción no por lo que genera (que a menudo son grandes beneficios) sino porque aparecen de repente con una alerta y/o no podemos dejar de ir a ellas porque nos encantan. ¡Distracción!

Identificar nuestras distracciones, las propias

Como siempre mantenemos, para poder solucionar algo primero hay que identificarlo. Tratar los asuntos “de tú a tú”, sin lucha, es la única forma que tenemos de poder gestionarlo. En el asunto de las distracciones, ocurre igual. Aunque todos tengamos aparentemente las mismas (teléfono, whatsapp, mail, redes sociales…), es importante analizar las propias de cada uno.

Dentro del global de distracciones para cada persona unas lo serán mucho y otras, no tanto. Somos personas diferentes con intereses dispares y también con niveles de atención variados. No podemos generalizar en que todas las distracciones son igual de potentes para todos. Así que si queremos empezar el camino de disminuir (porque lo de eliminar es arduamente complicado) nuestras distracciones, debemos empezar por identificar las propias.

En este punto, aconsejamos realizar una lista de aquellas que más nos quitan nuestra atención (es lo que se llama una distracción). Enumera, lista y ordena por orden de tiempo que te quitan y lo difícil que te resulta evitarla. 

Por ejemplo, en mi caso personal, tengo dos grandes focos de dolor mientras estoy trabajando: el email (lo tengo siempre abierto y lo miro constantemente) e Instagram (me entretiene muchísimo y lo uso en versión escritorio del ordenador). 

Cada uno sucumbirá mas o menos a una serie de distracciones. ¿Cuáles son las tuyas? Y no solo por el tiempo que te roba sino por lo que te cuesta no caer en ellas. 

*Cuidado aquí con las excusas que nos ponemos: miro el mail porque es mi herramienta de trabajo (contestar mails en muy pocas ocasiones – a no ser que hagas atención al cliente, es el trabajo más importante del día); me voy a Instagram cuando estoy saturada de escribir y hacer mis tareas para oxigenar el cerebro (no es verdad… dejo de hacer cosas para mirarlo). 

Es el momento de ser sinceros con nosotros mismos como si de una adicción se tratase. Y realmente, en muchos casos es así porque Internet y el móvil se han convertido en la adicción más extendida del s. XXI. 

Todos debemos hacernos esta pregunta de forma habitual:

¿Qué me hace perder el foco?

El contexto de la distracción

Para poder avanzar más en este proceso, otro punto importante es encontrar el contexto de esa distracción. ¿Por qué sucumbimos a ella? ¿De qué nos está distrayendo y abstrayendo? Ahí está la clave fundamental para poder solventarla. Porque lo más importante siempre, es solucionar el problema desde la raiz. 

¿Cuándo nos distraemos más? Puede que cuando estamos cansados, desmotivados en el trabajo, tenemos miedo por la situación exterior, estamos pasando por un problema personal importante… ¡Miremos qué ocurre, qué hay detrás del momento en el que más nos distraemos!

El contexto es muy importante para poder solucionar cualquier tipo de distracción. Porque todo lo que nos aparta de lo que estamos haciendo, tiene un por qué, una raíz y una motivación. Encontrándola, podremos solucionarla.

Antes de continuar con los siguientes pasos para gestionar estas distracciones, te invitamos a realizar este análisis de las que “sufres a diario”. No es un trabajo sencillo porque hay que ser muy autocrítico, valiente y ser capaz de identificarlas sin excusas. Después, pasaremos a la siguiente fase. 


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