La teoría de Darwin de la evolución mediante la selección natural proporciona un mecanismo para explicar cómo pudo haber tenido lugar la evolución. Esta teoría es bella por su simplicidad. Los descendientes son similares a sus progenitores, pero no idénticos. En consecuencia, no hay dos individuos que sean idénticos. Cada especie produce muchos más descendientes de los que posiblemente pueden sobrevivir y, dado que sus vástagos no son exactamente iguales, lo que ocurre es que algunos individuos tendrán características que les otorgarán ventajas sobre los otros. Ventajas que, aunque mínimas, le dan al individuo una posibilidad mayor de sobrevivir. Debido a que los individuos aventajados tienen una mayor posibilidad de supervivencia, tienden a dejar una mayor progenie y, como las crías heredan parte de los rasgos favorables de los progenitores, ellos también tienden a tener las posibilidades de supervivencia aumentadas. Al operar en largos períodos de tiempo, la acción de la selección natural daría lugar entonces a una modificación de la especie, que a la larga conduciría a la aparición de una nueva especie. Cuando hablamos de rasgos ventajosos, queremos decir rasgos que son ventajosos para el individuo en el medio ambiente en el que debe vivir. Para los dinosaurios, su mundo fue el mundo mesozoico.Christopher McGowan, Dinosaurios y dragones de mar, Crítica, Barcelona, 1993, pp. 14-15.
Más:
- Comprendiendo la evolución (I).