Una de la empresas con cultura de management más innovadora es Gore. Así que traigo algunas notas que tomé de The Future of Management de Gary Hamel.
Hay una diferencia clara entre comprometerse y cumplir. Como Bill Gore afirmaba: “los autoritarios no pueden imponer compromiso, solo obediencia”.
Él creía que el compromiso voluntario es mucho más valioso para una organización que el simple hecho de resignarse a cumplir.
Esta noción es la base de uno de los pilares filosóficos de Gore: “Todos los compromisos son autoimpuestos”. En la práctica, esto significa que los asociados negocian con su pares sus responsabilidades y el trabajo que se les asigna. En Gore, las tareas no se asignan, se aceptan.
Sin embargo, puesto que a los asociados se les evalúa y se les remunera con base a su contribución al éxito del equipo, tienen al aliciente de comprometerse a hacer más en vez de menos. Si bien los asociados tienen la libertad para responder con un “no” a cualquier solicitud, cuando se comprometen es como si hubieran hecho un juramento sagrado.
A los asociados nuevos se les advierte regularmente que no deben excederse, porque si no logran cumplir su compromiso, su remuneración se verá afectada.
Aunque el proceso de negociar los compromisos es dispendioso, los beneficios para la moral de los empleados son apreciables. En Gore, prácticamente todos los empleados pueden decir con toda franqueza: “Hago exactamente lo que me comprometí a hacer”.
Los ejecutivos seniors llegados de otras compañías al comienzo quedan atónitos ante el carácter del compromiso voluntario. Los que sobreviven deben adaptarse a la vida en este entramado. Steve Young, experto en marketing de consumo venido de Vlasic Foods, afirma no haber tardado en descubrir que “si aquí uno le ordena a alguien que haga algo, esa persona jamás volverá a hacer nada por uno”.
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Seleccionado por Andrés Ubierna