En los últimos años y durante largo tiempo, la gran apuesta de las empresas estuvo fundamentalmente centrada en la observación de los cambios de tendencias y en los avances tecnológicos. Esta orientación nos llevó a estar enfocados fundamentalmente en las cuestiones del entorno con el propósito de lograr anticipar y entender aquellas fluctuaciones y novedades que podían llegar a convertirse en clave del éxito del negocio.
Con el avance de la crisis mundial, los dirigentes y las personas en general sienten una sensación que se encuadra entre las coordenadas del miedo y del desánimo. Es lógico, en numerosas economías de las más desarrolladas del mundo, muchas de sus empresas otrora acostumbradas a rotundos éxitos, han visto resignar sus ganancias por más del 50% cuando no han tenido que sucumbir ante la quiebra financiera.
Esa sensación de miedo y desánimo acontece porque las respuestas a la crisis continúan buscándose fundamentalmente en el "afuera" (entorno y nuevas tecnologías). Así, se dinamiza una especie de inercia perceptiva, a partir de la cual se presupone que si hasta hoy el "afuera" se constituyó en la principal fuente de soluciones y oportunidades, debe ser allí donde ha de ir a buscarse la salida a la actual crisis.
Sin embargo las organizaciones se dan cuenta que el desánimo y la inercia no las conducen a ningún lugar bueno, por eso ellas están experimentando un cambio de perspectiva en la cuál la búsqueda a las respuestas y soluciones no la hacen ya en el "afuera" sino en su mismo "adentro", fundamentalmente en cada una de las personas que la conforman.
Trabajando con ejecutivos y equipos de dirección, a menudo los interrogo acerca de si ellos creen que al aunar y alinear todo el potencial, la creatividad y el entusiasmo de su gente se logra emerger fortalecidos de esta crisis. La respuesta unánime es que sí. Asimismo también unánimemente responden que el problema es que no saben como hacerlo.
Entonces si fuésemos capaces de hacer aflorar lo mejor de todos quienes componemos una organización para alinearlo en consonancia a un proyecto común, lograríamos salir fortalecidos de esta y de cualquier crisis.
Una de las maneras de lograr esto es a través del poder de la comunicación.
En efecto, una organización no es una suma arbitraria de meros trabajos individuales sino un emergente sistémico de numerosos procesos relacionados en los cuales se desarrollan trabajos individuales. Para asegurar la obtención de procesos organizacionales efectivos, los trabajos individuales deben ser articulados y coordinados entre sí y esto demanda llevar a cabo conversaciones, en esencia, comunicarse unos con otros. Así, las organizaciones no son otra cosa más que redes dinámicas de conversaciones ya que en ellas siempre se conversa para coordinar acciones.
Existe una profunda -y a veces no tan evidente- relación entre la calidad de las comunicaciones de una organización y la calidad de su desempeño. Las organizaciones nacen y mueren en función de las conversaciones que son capaces o incapaces de estructurar. Como vemos, las conversaciones son el elemento constitutivo fundamental de una organización y las competencias comunicacionales se constituyen en un factor determinante para superar las crisis y poder alcanzar el éxito.
Gobierno, Dirección, Gerencia y Gestión son todas en esencia actividades comunicacionales. Se ejercen conversando, hablando con otros y escuchando aquello que nos dicen. La comunicación, por lo tanto, no puede ser asumida como un aspecto particular del desempeño empresarial. La comunicación en verdad es algo inherente a los procesos organizacionales, ya que se constituye en el fundamento que origina, dinamiza y sostiene todas las demás competencias de la organización.
Si bien es cierto que las dinámicas propias de una organización estructuran un tipo de lenguaje particular correspondiente a dicho ámbito, asimismo también que los directivos pueden -y deben- intervenir sobre la comunicación y el lenguaje organizacional con el propósito de estructurar el tipo de dinámica organizacional que se anhela.
Si dirigentes pretenden generar confianza, orientación y alineamiento en sus organizaciones con el propósito de lograr salir más fortalecidos de las crisis, son ellos mismos quienes deberán procurar ayudar a estructurar el tipo de lenguaje y la comunicación que propicien efectivamente el ambiente de trabajo que imponen las actuales circunstancias, trabajo que con extrema responsabilidad debe fluir a través del respeto a su gente y del compromiso con la comunidad y con el proyecto organizacional mismo.
© Daniel Scheinsohn - Comunicación Estratégica® - www.scheinsohn.com.ar
Bibliografía:
"El poder y la acción". Daniel Scheinsohn. Ediciones Granica. Buenos Aires 2011.
"Comunicación Estratégica®". Daniel Scheinsohn. Ediciones Granica. Buenos Aires 2009.