En la sociedad postmoderna en que vivimos, la afirmación de la verdad
es vista muchas veces con sospecha de dogmatismo. Los planteamiento de las asociaciones
pro-vida han ido virando, de modo acorde con esta mentalidad, para plantear su
defensa de la vida de modo no tan duro, más positivo y muy humano, más
cercano al corazón. Lucía Martínez Alcalde, en un reciente reportaje en
Aceprensa del Coloquio Familia y Vida, que tuvo lugar en Pamplona, recoge seis ideas de María Martínez
Orbegozo útiles para este planteamiento positivo y acorde a la mentalidad actual;
estas ideas, mutatis mutandis, pueden
inspirar también muchas cuestiones de la práctica clínica normal.
Dos de estas ideas me parecen especialmente importantes: aliarse con la ciencia y centrarse en la familia, no en la religión.
He recibido un comentario de Alfredo Marcos, que suscribo en toda su integridad: Las indicaciones son muy oportunas. Con todo, me sigue llamando la
atención que nadie repare en la cuestión del número. Se trata
simplemente de que los partidos políticos y la sociedad acepten la
reducción progresiva del número de abortos como un objetivo
importante. Nadie en su sano juicio se nagaría u opondría a ello,
pues nadie un mayor número de abortos. Se debería hacer campaña para
que la ONU considerase la reducción del número de abortos entre los
indicadores que se usan para calcular el Índice de Desarrollo Humano
de cada país. Todo ello iría creando un ambiente pro-life y tendente
al aborto cero.