En el post de la semana pasada Errores de comunicación en familia, expuse varios sesgos en la comunicación que pueden conducir a alterar el buen funcionamiento de la dinámica familiar.
En el artículo de esta semana os propongo unas pautas para poner en práctica la comunicación efectiva entre vosotros; partiendo de los errores que ya hemos visto y desde la base de la escucha activa.
Escucha activa ¿qué es?
Es una de las habilidades sociales más básicas e importantes pues permiten empatizar con la persona con quien hablamos. Empatizar quiere decir ponerse en el lugar del otro, y así podemos hacernos una idea de cómo se siente cuando estamos interactuando con él.
Así pues, la escucha activa consiste en:
- Prestar atención a los mensajes verbales y a las señales no verbales que intervienen en todo acto comunicativo.
- Transmitir que entendemos lo que nos están comunicando (parafraseando, asintiendo y demandando más información de la cuestión que nos plantea)
- Ofrecer el feedback adecuado (aconsejar, disentir con argumentos, apoyarle…)
La escucha activa debe acompañarse de unos hábitos de comunicación efectiva que todos los miembros de la familia podemos adquirir teniendo en cuenta las siguientes pautas:
5 Pautas para promover una comunicación efectiva
1- Aprovecha el tiempo para lo que realmente importa: como comentaba en el artículo de la semana pasada, el tiempo del que disponemos hoy en día para disfrutar con nuestra familia, es limitado. Conciliar vida laboral y familiar no es sencillo. Por ese motivo, es adecuado que las horas en las que estamos con los nuestros aprovechemos para hablar de aquellos aspectos que realmente son importantes y evitar que se generen focos de conflicto por nimiedades. Quizás podemos cambiar el “siempre tienes la habitación hecha un desastre” por un “te noto distraída últimamente, ¿va todo bien?” (cuando nuestra hija entra por la puerta de casa).
2- Realiza críticas constructivas: cuando criticamos a alguien, una de las reacciones más frecuentes con las que nos solemos encontrar es que ese alguien SE MOLESTA. Sí, y es comprensible. Pero podemos rebajar el nivel de indignación si las críticas se realizan bajo las siguientes consignas:
- Criticar conductas, nunca maneras de ser (la conducta se puede cambiar, el yo tiene una parte esencial de inmutabilidad)
- Evitar las generalizaciones, pues no suelen ser ciertas. Seguro que no es verdad que “SIEMPRE haces lo mismo” o “NUNCA me dices algo agradable” - Tuitéalo
- Hablar desde el YO ME SIENTO (y no desde el TÚ ERES). Porque no se recibe igual un “yo me siento mal cuando tú haces esto” que un “tú eres un cabrón por hacerme esto”. La primera invita a que empatice contigo, la segunda es puro reproche.
3- Cuida el tono emocional: éste debe ser consecuente con el mensaje que estamos comunicando, pero en momentos de tensión (discusión, enfado…) tenemos que tratar de “rebajarlo” uno o dos escalones (pues tiende a “subir” sin que nos demos cuenta).
4- Evita las prisas: está claro que los conflictos, cuanto antes se resuelvan mejor. Pero a veces la solución no es sencilla y tenemos que pensar en las alternativas que tenemos ante nosotros. Llegar a un acuerdo dependerá de que ambos estemos conformes con la solución aportada; así que posponer el momento de proponer una posible alternativa de resolución (para que la evaluemos, la valoremos y pensemos en cómo llevarla a cabo) es una opción que nos permitirá tomar decisiones desde la reflexión y no desde la impulsividad.
5- Preguntar siempre es mejor que ordenar: “Limpia los cristales”, “recoge los juguetes”, “llama a tu hermano”, “saca al perro”… son demandas que van a surgir (casi seguro) en una convivencia familiar. Y además pueden convertirse fácilmente en motivo de enfado o disputa. Pero si las transformamos en preguntas o peticiones, éstas son más fáciles de aceptar (y de cumplir). Así pues, un “me ayudas a limpiar”, “¿por qué no recogemos los juguetes juntos?” “¿puedes llamar a tu hermano, por favor?”, “¿te importa sacar al perro?”… va a producir mejores resultados respecto a la intención comunicativa.
Estas 5 pautas, como veis, resultan bastante sencillas de llevar a cabo. Sólo tenemos que tenerlas presentes, plantearlas a nuestra familia y llegar a un compromiso mutuo de cumplimiento de las mismas.
Os animo a que probéis y comprobéis cómo mejora sensiblemente vuestra convivencia.