Revista Sociedad

Comunicado (anotado) del señor Jordi Pujol i Soley

Publicado el 28 julio 2014 por Xavier Xavier B. Fernández
apujolAnte las informaciones aparecidas desde hace casi dos años en relación a los miembros de mi familia más directa y a las insinuaciones (más bien acusaciones basadas en pruebas documentales o testimoniales y admitidas a trámite por los tribunales) escritas sobre el origen de los medios económicos de la misma, me veo obligado a poner de manifiesto los siguientes extremos: - Mi padre Florenci Pujol i Brugat dispuso como última voluntad específica que dinero ubicado en el extranjero -distinto al comprendido en su testamento (o sea, dinero no declarado. O sea, dinero negro depositado en paraísos fiscales opacos, como Andorra)- fruto de una actividad económica de la que ya se ha escrito y comentado (la banca. En 1959 a Florenci Pujol se le impidió formar parte del consejo de accionistas de Banca Catalana por estar encausado de un delito fiscal de evasión de impuestos). De resultas, y que no se hallaban regularizados en el momento de su muerte en septiembre de 1980, fuera destinado a mis siete hijos y a mi esposa, puesto que él consideraba errónea y de futuro incierto mi opción por la política en lugar de seguir en el mundo de la actividad económica (que Jordi Pujol, en realidad, sí siguió: en 1959 entró en Banca Catalana, entidad que dirigió durante años). Y aún más, porque habiendo vivido de cerca la difícil época de los años 30 y 40 tenía miedo de lo que le podía pasar, y más de lo que podía pasarle a un político muy comprometido. - La repentina muerte de mi padre tuvo lugar a unos escasos cinco meses de mi toma de posesión como presidente. - En aquel momento la minoría de edad de todos mis hijos me convertía en responsable legal de cualquier decisión (falso; su mujer, si es verdad que era beneficiaria, era una responsable legal mucho más adecuada.) y, pese a que mi conciencia y mi cargo me empujaban a rechazar esta herencia (Brindis al sol: si no era para él sino para sus hijos y esposa, no estaba en su mano rechazarla. Item más,  recuérdese,era un dinero "distinto de la herencia" y no constaba en el testamento. De haber constado, o sea de haber sido una herencia legal, se habría regularizado legalmente, sin más, en el momento de aceptarla), la última voluntad de mi padre junto con su opinión y dudas sobre mi opción vital por la política pesaban todavía más, y finalmente decidí encargar su gestión y regularización a una persona de máxima confianza de mi padre y también mía (un testaferro, se llama comúnmente a esta figura), gestión de la que no quise saber nunca el más mínimo detalle, hasta que llegados a la mayoría de edad todos mis hijos se decidió que esta persona cediese esta gestión a uno de mis hijos. Es en este momento que mi error original contaminó directamente a mis siete hijos y a mi esposa (no necesariamente: ellos podrían haber regularizado la “herencia” al aceptarla entonces. Pero prefirieron mantenerla opaca en un paraíso fiscal. Tienen, pues, su parte de responsabilidad en el caso). - Lamentablemente nunca se encontró el momento adecuado para regularizar esta herencia (¿En 30 años? ¿a qué estaba esperando? debería explicarlo: durante ese tiempo ha habido tres amnistías fiscales), como sí han podido hacer el resto de personas que se encontraban en una situación similar en tres ocasiones excepcionales a lo largo de más de treinta años de vigencia del actual sistema tributario (eso, tres amnistías fiscales de la que muchos indeseables chorizos gángsters evasores se beneficiaron. Pero a los Pujol les debió parecer poco). - Finalmente ha tenido que ser en estos últimos días que los miembros de mi familia han regularizado esta herencia, con las consecuencias del nuevo marco legal aprobado para incentivar la última regularización excepcional de noviembre de 2012 (la última amnistía fiscal, promovida por el gobierno de Mariano “yo no haré amnistías fiscales, señor Zapatero” Rajoy) y para penalizar extremadamente las regularizaciones posteriores (helás; tras las anteriores amnistías no se anunciaban penalizaciones extremas. Luego ha sido el miedo a perder la pasta, no la honradez, lo que ha movido a los Pujol a “regularizar su situación”). - De los hechos descritos y de todas sus consecuencias soy el único responsable (el mayor, mas no el único; queda claro que toda la familia está pringada; pero él es el único aforado y además está muy mayor, lo que suele mover a la benevolencia a los tribunales; luego es el chivo expiatorio ideal), y quiero manifestarlo de forma pública, con mi compromiso absoluto de comparecer ante las autoridades tributarias o, si es necesario, ante instancias judiciales, para acreditar estos hechos y de esta forma acabar con las insinuaciones y los comentarios (antes las llamaba informaciones, ahora las baja a la categoría de insinuaciones y comentarios. Pero son hechos documentados y aceptados a trámite por los tribunales). - Expongo todo esto con mucho dolor, por lo que significa para mi familia y para mí mismo, pero sobre todo por lo que puede significar para tanta gente de buena voluntad que pueden sentirse defraudados en su confianza, a la cual pido perdón. Y también les pido que sepan separar los errores de una persona - aunque haya sido muy significativa- (¿separar de qué?), y que esta declaración sea reparadora en lo que sea posible del mal y de la expiación por mí mismo (“lo siento mucho, me equivoqué y no volverá a ocurrir” y hala, pelillos a la mar. Pues no: declarar el dinero —negro— y pagar los correspondientes tributos, más las multas a las que hubiere lugar, es la única reparación y expiación posible). Barcelona, veinticinco de julio de dos mil catorce. Jordi Pujol i Soley (anotaciones de Xavier B. Fernández)

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