El Gran Oriente de Francia está preocupado por modos de gestión políticamente impuestos a numerosos países para reabsorber la deuda pública. Son de una severidad tal que comprometen el mantenimiento de la democracia en Europa y en el mundo. Son, en última instancia, fuente de violencia, de repliegues comunitarios, de ascenso de los nacionalismos.
Las normas europeas imponen en todas partes políticas monetarias, presupuestarias, fiscales, inmobiliarias y salariales que fragilizan los pactos sociales de los países de la Unión. Se ha puesto en marcha hoy un verdadero escenario de desmantelamiento. Pretenden hacernos creer que la única salida institucional que queda en caso de crisis es el rescate de los bancos, de las fortunas privadas y de las rentas de situación, sea cual sea el precio que los demás tengan que pagar, sobre todo los jóvenes o la población desfavorecida.
El Gran Oriente de Francia pide a los responsables políticos que no cedan ante el imperialismo de los “mercados”. Es posible una reapropiación política y ciudadana de las desviaciones económicas. Existen numerosas soluciones para salir bien parados de la crisis del endeudamiento, sobre todo imponiendo la búsqueda de una reforma basada en la información financiera de los pueblos, el establecimiento de una deontología que aplique a las finanzas los mismos principios de responsabilidad y solidaridad.
El Gran Oriente de Francia se pronuncia contra un dogma y una mística cuasi religiosa del dinero, que esclavizan a los pueblos.
París, a 22 de junio de 2011
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