Revista América Latina

Comunicar y educar para cultivar al ciudadano participativo.

Publicado el 24 noviembre 2013 por Jmartoranoster

Alice Socorro Peña Maldonado.

Comunicar, educar y cultivar son tres acciones que abonan y promueven la participación. Por participación entendemos como la acción individual y colectiva que permite el enriquecimiento y aprendizaje mutuo, así como el intercambio de bienes y servicios en términos de solidaridad, complementariedad y cooperación.

La participación es un hecho natural que se puede observar en el mismo sistema que nos arropa como lo es la madre tierra. Los 4 elementos el aire, el agua, el fuego y la tierra no son nada en si mismo sino en interrelación e interacción de la esencia y potencial que los constituyen.

Lo humano como quinto elemento de la naturaleza provee energía (electricidad y radiación) a través de la conciencia producto de sus capacidades afectivas, intelectivas y de actuación con los otros y en bien de sí y para todos. Por ello, actitudes y conductas egoístas e individualistas de los humanos restan este potencial y lo reducen a ser opresor y oprimido dependiendo de su ubicación sociopolítica.

Esta energía se irradia en frecuencias vibratorias que se expanden dependiendo del nivel de conciencia (mágica, ingenua, crítica, liberadora, creadora y transformadora) y de la intención convertida en voluntad y acción sociopolítica.
Ahora bien establecer y dar origen a su desarrollo va a depender de procesos culturales (no alienantes), procesos educativos (no alienadores) y procesos comunicacionales (no degradadores) de la naturaleza humana. Estos van a fluir y favorecer la formación del sujeto histórico para su humanización (no es suficiente su hominización) en situación y proyección liberadora para crear y transformar desde su participación.

Pensando la participación debemos hacernos estas simples interrogantes: ¿Qué es comunicar? ¿Qué educar? y ¿Qué es cultivar?

Comencemos por definir ¿qué es cultivar? como sabemos es una práctica humana para producir los alimentos para su sobrevivencia y manutención física. Así también, aplica a la actividad del hombre de sembrar principios, valores y sentidos a sus congéneres que permite consolidar saberes y prácticas en función de sus necesidades, intereses y expectativas como grupo, pueblo o nación.

Si bien esta tarea la realiza las sociedades de modo “natural” desde sus imaginarios, representaciones sociales y conciencia colectiva, en el tiempo ha hecho del proceso de educación, una manera de socializar sistematizadamente la cultura. Por lo que educar como proceso es acompañar al sujeto en todos los momentos de su vida (infancia, adolescente, joven, adulto y anciano) y favorecer conductas y comportamientos acordes a a la cultura que subyace o se busca fomentar cuando se ha establecido como un acuerdo social.

Ahora bien esta cultura o la que se pretende establecer dependerá de procesos comunicacionales e informativos que permita que cada sujeto individual o colectivo asuma su cultura o la modifique. Por lo que comunicar resulta un propósito sociopolítico de corto, mediano y largo plazo hasta tanto un ser humano vara configurando su cotidianidad sobre valores, conductas, sentidos y conciencia desde la voluntad sociopolítica acordada.

Ese cómo de la comunicación va a estar estrechamente vinculada con los fines ideológicos asumidos en consenso y que permiten direccionar toda la vida comunitaria e institucional donde el ser humano como ciudadano sentipiensa y actúa en la realidad.

Es el caso venezolano desde 1999 se aprobó la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y donde estable la Democracia Participativa como forma de Estado y ciudadanía. Esto representa un reto y desafío para educar, cultivar y comunicar en esa perspectiva y de modo deliberativo. De no hacerlo se estaría fomentando el caos y son las Instituciones públicas las obligadas en invertir socialmente en este sentido, especialmente las del Poder Ciudadano para acompañar en estos procesos de formación ciudadana y apuntar a que sean concretos y eficaces en la acción participativa.

Alice Socorro Peña Maldonado

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