Revista Política

Comunistas de salón e hipócritas en sus vidas

Publicado el 15 septiembre 2016 por Catalega @Catalega
COMUNISTAS DE SALÓN E HIPÓCRITAS EN SUS VIDAS Se definen comunistas, están en contra del libre mercado y por lo tanto del capitalismo, además les encanta dar lecciones de moral, de lo que está bien, de lo que está mal, de lo divino y de lo humano…; y como buenos comunistas que son intentan regular al máximo las vidas de las personas hasta el más mínimo detalle. Porque para eso son comunistas, para imponer las normas a los demás y controlar de cerca a todo el que se mueva…
Pero aunque sean comunistas no son tontos y en su vida cotidiana se aplican eso del “haz lo que yo diga pero no lo que yo haga”, porque “del dicho al hecho va un trecho” y la cosa cambia mucho cuando se lo ha de aplicar uno en su casa. Y eso es lo que ocurre con los comunistas (y gran parte de la izquierda) en general y con la gente de Podemos y demás satélites en particular. Algo que constataba ayer leyendo un interesante artículo de Diego Sánchez de la Cruz en Libertad Digital, que se publicaba bajo el título “Así contradicen los ‘podemitas’ con su propia vida todo lo que predican para los demás” y que recopila muchos desmanes y actuaciones contradictorias de los amigos de Podemos. Y es que esta gente no solo le pone los cuernos a sus ideales comunistas aplicando en su vida diaria el capitalismo (que al fin y al cabo podría hasta entenderse), sino que en otros aspectos rozan la sinvergonzonería más absoluta. Y es que este artículo repasa las actitudes de los dirigentes de Podemos, desde la beca black de Errejón, pasando por los pagos en negro de Echenique o los sueldos de miseria que se pagan en La Tuerka. A lo que se unen los ingresos de Pablo Iglesias, el político que más cobra en nuestro País y la casa del millón de euros de la candidata  podemita en el País Vasco en un exclusivo barrio de lujo, por mencionar lo más destacado. Estos son los de la nueva política, comunistas de salón e hipócritas en sus vidas. Por fin los vamos conociendo, aunque todavía haya gente que, de buena fe, siga confiando en ellos.

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