Anoche el sonido de un tristemente no lleno Mestalla era el del afilar de cuchillos. Todos esperaban que Unai Emery sacara a sus dos delanteros y se demostrara, así mismo, que esta es la mejor forma de afrontar los encuentros en casa. Salió la dupla Soldado - Aduriz de inicio y las opciones en ataque blanquinegras se notaron, quedándose el rechinar del metal en sus bolsas de cuero negro, aguardando para posteriores envites.
La claridad en ataque se vió desde el principio, pero no sólo fueron los dos delanteros valencianistas. Junto a mi posición en Mestalla, pude presenciar la exhibición de Joaquín Sánchez. También es cierto que mi acompañante, a pequeños codazos me señalaba cada una de las impresionantes galopadas del gaditano que acabó desfondado. Cuando el del Puerto de Santa María está en forma es imparable, y este año, si se lo permiten las lesiones, va a estar de 10.
No nos vamos a engañar, el Glasgow Rangers no fue un juguete en manos valencianistas. Atacó cuando pudo y lo que le permitieron los locales, sobre todo un Miguel Brito en proceso de recuperación. Le cuesta bajar a defender, dejando con los pantalones bajados en muchas ocasiones a Ricardo Costa y a David Navarro, la otra dupla del Valencia, en este caso en defensa. Seguros por alto, ágiles al corte, pero aún sin la seguridad, que darán los partidos, para sacar el balón jugado desde atrás. Su única cuenta pendiente.
Así pues, dos golitos de Soldado que ddemuestran que con dos delanteros se ataca más y mejor, además de un tanto del Tino Costa. El argentino entró por Banega, un pelín desaparecido ayer por el férreo marcaje a la salida del balón de los escoceses, no contaban con Joaquín. El ex del Touluse marcó un tanto de mérito, que lo reconcilia con un Unai Emery que lo había castigado varios partidos. Cuando no estuvo, el equipo perdió una alternativa en ataque. Al fin y al cabo, atacar es el leiv motiv del fútbol.