A algunos protagonistas no los conocía de nada, como a Eusebio. Alguien me lo sugirió y un día me trasladé hasta el barrio bilbaíno de Rekalde, donde vivía con su familia. Fue la primera y la última vez que vi a Eusebio. Lo que prueba lo corta y curiosa que es la vida. A sus noventa años, Eusebio, cantero de profesión, recuerda su trabajo en la construcción de los pantanos, el ayuntamiento de Cervera, la Plaza de Don Carlos, el puente de Vañes. "En el ayuntamiento de Cervera nos pasó una cosa muy curiosa. Numeramos las piedras para colocarlas por el mismo orden, pero cuando estuvo la piedra almacenada en la calle, se perdió la pista. Llevábamos dos metros de fachada y nos faltaba mucha piedra. Se tiró todo y se desplazó hacia atrás para dejarlo como está actualmente."
Él le va dando forma a las palabras, como hacía con las piedras. Era cuando, en los descansos, contaban uno por uno a los vecinos de Cervera en el comercio/cantina de mi pariente Inocencio Simal. "Ahora -me dice- podemos hacer lo mismo con los de Ventanilla." "Había un libro de Acuerdos de Pueblo que, seguramente, han dejado perder. Allí se hablaba de las multas, algunas curiosas: por coger el verde de la tierra ajena, una peseta...etc."
No podía desaprovechar la ocasión de recoger para la historia, esos datos que dejamos perder porque consideramos que no tiene importancia, que a nadie le interesan. Todavía se publican libros sobre la Guerra Civil y a mí me gustaría saber cómo se vivió en Ventanilla. "Las pocas armas que había en el pueblo -recuerda Eusebio- estaban en mi casa: cinco escopetas de caza. Yo era presidente de la Junta Vecinal y teníamos una caja de cartuchos. ¡Qué podíamos hacer con eso! La guerra nos dio mucho trabajo. Y recuerdo que todos los vecinos íbamos a llevar la leña con los carros a Cervera. O estacas para las alambradas."Lo cierto es que Eusebio desarrollo la mayor parte de su trabajo en Cervera. "Algunos bordillos los labramos en la Cantera de los trillos, en Ventanilla. La piedra de la casa de las Candelas, por ejemplo. En la Iglesia de Nuestra Señora del Castillo se hizo nuevo el tejado, con vigas de hierro, y se levantó la torre..." y deja al final una sentencia que nos hace pensar: "Todavía nos tienen envidia porque lo pasamos mal".
Entrevista más amplia en Orígenes
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