Cómo definir que alguien es una estrella o no. Esa es la pregunta que me formulo desde que el pasado viernes se tomara una medida desde el Gobierno Central que resta precisamente protagonismo a las estrellas. Pero cuando hablo de estrellas no se crean ustedes que son las que se pueden observar en el cielo cuando la contaminación lumínica no es demasiada. Ni tampoco hablo de esas otras estrellas que se han hecho un hueco en el mundo del show bussines por uno u otro motivo. Las estrellas que dejarán de serlo son aquellas que tendrán que hacer caso a la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial.
Por lo visto, y digo por lo visto porque aún habrá que ver si paran esto o no después del desastre de las tasas judiciales o la impopular reforma de la Ley del Aborto, el Gobierno frenará que determinados jueces sean conocidos no por intentar hacer justicia, sino más bien por intentar ajusticiar a personas “intocables”.
Fíjense si la cosa se puede torcer que antes un juez de los que denominan como “estrella”, como por ejemplo Javier Gómez Bermúdez o Pablo Ruz, era quién tenía el control sobre un caso específico e importante. Ahora, con esta reforma, no será uno, sino tres los que se harán cargo de la investigación. Algo, como explican desde el Ministerio de Justicia, que servirá para que los magistrados no sientan presiones externas y para reforzar las garantías de los imputados. O sea reforzar las garantías de los imputados ¿para qué? ¿Para que queden sólo en imputados y no se consiga que sean juzgados?
Las reacciones tras la norma no han tardado en llegar como por ejemplo la del portavoz nacional de Jueces para la Democracia, Joaquín Bosch que asegura que esta reforma presentada por Gallardón servirá para que la política interfiera de manera directa en la independencia de los magistrados. O como ya les comentaba antes, reforzar las garantías de los imputados a través del respaldo político porque precisamente serían los órganos gubernativos quienes asignarían a los jueces para los casos a través del Consejo General del Poder Judicial.
Sé que puede resultar difícil de entender porque aún a día de hoy no me explico cuál será la independencia de un juez para decidir a quién imputar y a quien juzgar. Pero menos aún cómo va a hacerlo cuando tiene a otros dos jueces más con vaya a saber usted que presión política detrás.
Lo que me hace pensar en que, si en un país como el que tenemos nos quitan derechos laborales, nos llenan de impuestos y cargas fiscales, nos limitan el acceso a la justicia con una serie de tasas y ahora ni los jueces podrán actuar libremente. ¿Este país es la España del Siglo XXI o la España de una dictadura más propia de otros tiempos?
Esta es la crónica habitual de un día como otro cualquiera…
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