Lo de los “ruegos y preguntas” al final de cualquier reunión es ya un clásico. Pues en mi caso ha pasado a la historia.
Esta tarde he tenido claustro de profesores. Porque sí. Porque hay que hacer obligatoriamente no sé cuántos al trimestre, haya o no tema que tratar. Como había que rellenarlo con algo, se compuso a base de una serie de puntos del día perfectamente prescindibles, que ya tienen otros canales y ámbitos para ser tratados, como las reuniones de jefes de departamento, o las de tutores, por ejemplo. No había ningún asunto que votar, de forma que era totalmente innecesario reunirnos a todos los profesores del centro durante un mínimo de dos horas.
Uno de los puntos del orden del día era un batiburrillo de docenas de mini-puntos sin la menor hilación entre unos y otros. Y uno de esos mini-puntos era para comunicarnos que, a partir de ahora, por orden de la super-superioridad, al final de cada reunión seguirá habiendo un punto llamado “Ruegos y preguntas”, pero está prohibido hacer ningún ruego ni ninguna pregunta que esté fuera de los puntos que ya figuran en el orden del día. Como lo relativo a esos puntos ya ha sido debatido y deliberado en su momento correspondiente, a partir de ahora el punto “Ruegos y preguntas” queda, por imposición, vacío.
Hay una excepción. Si se quiere hacer un ruego o una pregunta sobre algo que no figure en el orden del día hay que solicitarlo por escrito de manera formal en Secretaría, con el correspondiente registro de entrada y la preceptiva antelación. Pero como los claustros se suelen convocar con un par de días de antelación, y es en esa notificación por escrito cuando te enteras de cuáles van a ser los puntos del orden del día, si te encuentras con que tu ruego o pregunta queda fuera, ya no te da tiempo a pedir que te dejen hacerlo.
Como comentó la compañera que tenía sentada al lado: “Cuánta palabrería para venir a decir que, a partir de ahora, la boca cerrada”.
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Tal día como hoy, hace tres años: Hipocresía y espectáculo