En el año 2006 la FDA de EEUU quiso poner freno al crecimiento disparado de los fármacos estimulantes para el TDHA. Este mes de junio se ha publicado un informe titulado Trends of Outpatient Prescription Drug Utilization in US Children, 2002–2010, en la revista Pediatrics. Los resultados de este estudio son espectaculares y conflictivos según la opinión de los expertos. Lo bueno es que, en la última década, se ha reducido la cantidad medicamentos recetados (7%) a los menores al contrario de lo que ha ocurrido con los adultos con un incremento importante (22%). La parte más discutida es crecimiento espectacular de algunos medicamentos recetados: anticonceptivos (+93%), TDAH (+46%), asma (+14%) corticosteroides tópicos (+10%), corticoides orales (+22%) y anticonvulsivantes (+10%).
Las razones para estos aumentos, especialmente en anticonceptivos orales y estimulantes no están claras para los investigadores y no se pronuncian sobre ellas.
En otra entrada mostraré que en EEUU han conseguido reducir el número de adolescentes embarazadas hecho que, si no estoy equivocado, todavía no hemos conseguido en nuestro país. El centro de mi preocupación está en el aumento tan importante de estimulantes recetados a niños. El número de niños diagnosticados de TDAH se ha incrementado en los últimos años, y ello, teóricamente, justificaría el incremento de recetas. Según la FDA, el número de niños entre 3-17años (¡sí, leen bien 3 años!) con un diagnóstico de TDAH se ha incrementado 4,4 millones a 5 millones en el período del estudio.
Sin embargo, el Washington Post hace un comentario ante el aumento alarmante de prescripción de medicamentos para el TDAH. Nadie discute que sean efectivos ante un buen diagnóstico pero el aumento también puede ser debido a la inexactitud en el diagnóstico y al tráfico y consumo de los alumnos por la presión que tienen por parte de sus padres o por las escuelas.
Ahora es el momento de examinar los "porqués". Me parece bien que se haya dejado de estigmatizar al TDAH pero tampoco hay que convertirlo en la justificación para tratamientos erróneos o peligrosos.