Tal como vino se fue. Sin deudas, sin pelos en la lengua, con la cabeza bien alta y el llanto a flor de piel. Al inicio de sus tiempos, dudó entre soltar apegos o retener amarres, entre callar verdades o gritar secretos, entre tragar saliva o besar labios sedientos, entre aislar valores o abrazar miedos no resueltos. Decidió saltar. Decidió cantar. Decidió bailar. Decidió Amar. Con todos los precios a pagar y ninguna moneda que intercambiar. Tenía el Don de levantarse cada vez que se caía. Más rápido. Más fuerte. Con total valentía. Era una fan de los intentos. Los logros, se los dejaba a otros. No le interesaban. Eran sinónimo de finales y a ella le encantaban los comienzos. Tener “principios” ante todo. Se aburría con facilidad. Su Alma era tan inquieta como pacífica. No se quedaba ni “con las ganas de”. Se puso las botas con tantas experiencias que no se las volvió a quitar ni cuando se asomó al vértigo que la vio nacer. Sus bolsillos estaban vacíos de elitismo y repletos de sencillez. No se le daba muy bien eso de expresar. Le enseñaron a hablar a través de silencios, de gestos, de miradas, de alientos, de movimientos. Cuando los ‘te quiero’ ya no aguantaban más dentro de su corazón, ella les dejaba salir a pasear. Para no ser asfixiados. Para no ser olvidados. Pero nunca regresaban. Siempre encontraban otro lugar en el que soñar. Los ‘te amo’ ya eran otra cosa. De otra categoría. Tan incondicionales que ante cualquier atisbo de limitación se les censuraba. No estaban al alcance de cualquiera. Esperaban ser liberados de la exigencia con la que su boca se alimentaba día tras día. Logró despojarse de sus disfraces de pa-cotilla, de esas máscaras que tanta cara le tenían y le ponían, de las armaduras que ocultaban sus fortalezas y a sus debilidades protegían, de las evidencias de sus apariencias, de aquellas poses que caminaban tan firmes, tan alejadas de su esencia, tan expuestas a la galería… Pasó de emborracharse en sus noches más oscuras para ser una moribunda sin-vergüenza, a beberse su propia estima y transformarse en una Auténtica atreVida. La Vulnerabilidad se convirtió en su tesoro peor guardado, la Soledad en su íntima amiga y las Sombras que le lucían en sus grandes compañías. Tan pronto las lágrimas se estaban corriendo en su rostro como las risas partiéndose en su estómago. No le hacía un feo a ningún sentir porque para ella todos eran igual de Bellos. Su intensidad la hacía latir y eso era lo único que le importaba. Para eso había bajado Aquí, ¿no? Así fue cómo sus Alas recordaron que para poder Volar al Cielo como Dios manda, antes había que tocar sin guantes ni ornamentas con los pies en la Tierra que nos permitió descender, con las bragas en la mano y las botas bien puestas de tanto Gozar, de tanto Vivir y de tanto disfrutar de nuestra propia Desnudez. Se liberó con tanto éxito de todo aquello que Creía Conocer que no volvió a Saberse de Ella ni de su embriaguez. Cuenta la leyenda que AHORA habita en la Gloria Bendita, coloreando los espacios en blanco que nadie quiere escuchar con aquellos ‘Te Amo’ eternos que acumuló en su verdadero, infinito y tan anhelado Hogar, dulce Hogar.
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