Con las gafas puestas

Las situaciones que nos pone la vida, especialmente en la infancia y adolescencia, nos marca, nos condiciona. Y filtramos la vida envase a nuestras experiencias. Los pensamientos, sensaciones, emociones, reacciones, los comportamientos van creando una forma de vida y nos ayuda  a vernos a nosotros mismos y a los demás y desarrollamos un determinada personalidad, o sistema protector o personaje que nos ayudará a defendernos del entorno. Y construimos esa personalidad para protegernos del daño y no nos mostrarnos tal y como realmente somos porque  tenemos miedo a que no nos acepten, sobre todo, las personas de nuestro entorno.

Todos tenemos, unas gafas, una personalidad, un sistema protector que filtra la vida que vemos. En general, descubrir tus gafas suele ser doloroso, ver tus gafas, tus filtros y aceptar que somos lo que somos y no interpretar un personaje.

Pero hasta que no te das cuenta puedes hacer daño a los demás porque intentas imponer tus mismos filtros.

Lo importante en darse cuenta y así puedes ponerte las gafas o quitártelas en función de lo que decidas.

Y cuando llega la noche, y te vas a dormir, te quitas las gafas y en ese momento no tienes que defenderte de nada.

Todos tenemos esas gafas porque de niños teníamos miedo de no ser aceptados. Por eso, si aprendemos a relacionarnos bien con nosotros mismos podremos relacionarnos con los demás.

Y esto no significa tener una visión pesimista sino que dejas al personaje para ser una persona real. Y no esperar que el mundo cambie a las personas, sino que las personas cambien el mundo.