Charms strike the sight, but merit wins the soul. Alexander Pope.
Busco un hueco entre tus brazos. Me hundo en tu piel hasta aspirar tu olor. Hueles a jabón y a esencia de limón con especias, a hierba fresca y a bosque. Respiro hondo y aguanto el aire. Cierro los ojos para ver la parte de mi yo que rebosa hasta salir cuando soy feliz.
En esta ocasión le ha dado por bailar por la habitación. Lleva puestas las zapatillas rojas del cuento, esas que, a pesar de estar malditas, siempre deseé tener. Me acurruco a tu lado y mi otra parte estira los brazos. Se eleva sobre las puntas de los pies y da vueltas sin parar. El momento se alarga. La música acelera, el aire vibra y mi yo gira. Me dejo llevar por la alegría de sus piruetas.
Oigo el sonido de la sangre que late dentro de mí; un rumor que fluye en ondas, que se pliega y se eleva con cada compás. Todo mi cuerpo danza en mi interior. Siento cosquillas de vals y pasión de tango. Los arcos de los violines se deslizan por mis venas, ascienden en un acorde que me pone el corazón en la boca y pinta una sonrisa en mis labios. No sé cantar, tampoco en sueños, pero la música no necesita mi voz, le basta el silencio y, si acaso, algún beso. Entre tus brazos soy danza, soy música en movimiento, soy feliz in crescendo.
It is true that those we meet can change us, sometimes so profoundly that we are not the same afterwards, even unto our names. Yann Martel