Pues ahí el dilema, dejar al bebé al cuidado de los abuelos o llevarlo a la guardería. Bueno, dilema para muchas, que no para mí. Y es que siempre lo he tenido claro: guardería. En mi caso nunca he pensado que fuese una decisión a tomar, no me planteaba alternativa aun habiéndola; firme y tajantemente siempre he preferido la guardería, mientras se pueda pagar y no suponga un esfuerzo económico incompensable, obviamente. Esta ha sido siempre mi postura, hasta que me ha llegado el momento.
Tres semanas antes de mi reincorporación al trabajo, reculamos en mi nuestra determinación hasta entonces intocable de llevar a Míster a la guardería con 8 meses. Sinceramente, la razón principal que nos llevó a reconsiderar el tema fue económica. Y es que la guarde elegida (la del cole al que va Miss) tiene adjudicado el Bono Guardería, pero claro, el precio oficial también está adaptado a ello, con lo que acaba costando, aun beneficiándote del bono en cuestión, lo mismo que cualquier otra guarde que no lo tenga. Y puesto que para beneficiarte del Bono Guardería has de matricular al niño bastante antes de empezar el curso escolar, y ese no era nuestro caso, la guarde nos iba a salir por un pico que, sumado a la mensualidad del cole de Miss (comedor, educadora full time, hora matinera y extra de inglés - impuesta - ), era como pagar otra hipoteca. Y aunque podíamos pagarlo (apunte importante, si no no tiene sentido seguir hablando de esto ni habría sido una alernativa real), no sin ciertos ajustes, nos hizo abrirnos mentalmente, sobre todo a mí, para replantearnos otra alternativa hasta el curso que viene, para el que ya está matriculado desde el enero pasado.
La alternativa, claramente, era que se quedara con los abuelos. Fue mi madre la primera que me planteó la solución. Miento; mi suegra lo había dejado caer alguna vez, pero conociendo mi contundencia al respecto no había insistido demasiado. Pero en esta ocasión fue mi madre la que, tras oir mi queja sobre lo que costaba la guarde, me propuso quedarse ella un par de días con Míster y mis suegros los otros tres. Por malasuerte mi madre estaba de baja laboral y por fin podía disfrutar con Míster como no lo había podido hacer antes, ni con él ni con Miss. Sabíamos que era temporal y que volvería al trabajo en cuanto se recuperara, pero aun así el hecho de que mi madre pudiese estar un tiempo me ayudó a decidirme. Por supuesto a Papagoloso le pareció genial, eso que nos ahorrábamos (las manías las dejaba para mí).
Mi decisión se vio reforzada por el comentario de otras mamás, principalmente de dos educadoras de la guardería en cuestión, que son también mamás de dos compañeros de Miss en el cole. Ellas son más de la opinión de que si no hay más remedio, sólo entonces, la guarde es una opción valida, pero que si hay alternativa mejor esta, al menos hasta que caminen, hasta el añito más o menos. Lo mismo que siempre me ha dicho mi amiga Ca, educadora infantil con dos hijas que no han ido a la guardería hasta el año.
Así que gracias, principalmente, a estos puntos de vista, enseguida tuve claro que había tomado la decisión correcta y volví al trabajo tranquila, sabiendo que Míster estaba en buenas manos, en las mejores, las de alguien que lo quería inmensamente y que se iba a dedicar a él casi en exclusiva. Lo demás era secundario.
Reconozco que con Miss creo que lo habría llevado peor, fatal. Bien es verdad que la posibilidad de los abuelos no existía, pero ahí lo teníamos más claro y además el tema pelas no nos suponía tanto esfuerzo, pues sólo era ella. Entonces no estaba preparada para compartirla, simple y llanamente eso. Al menos no en sentimientos.
Sírvase decir que igual que veo ventajas en la guarde, sobre todo para mi salud mental y la estabilidad familiar-conyugal, soy de la opinión de que si la opción elegida es la de los abuelos, no se puede exigir a estos más que lo esencial, que el bebé esté bien atendido, alimentado y aseado. Punto, que bastante hacen ellos salvándote el culo. Así que, como he dicho, lo demás me parece secundario.
Secundario, pero no irrelevante. De ahí este post. Y es que claro, una tiene sus manías, sus principios, sus inquietudes... y su orgullo. Me jode inmensamente que lo que se supone un favor se convierta en una obligación y, por tanto, en un impedimento para hacer según qué. Y me jode que ciertas cosas que me desagradan (llámense tabaco o pelos de perro) haya de pasarlas por alto porque he de estar agradecida. Pero es lo que hay y tengo que aceptarlo. A partir de ahora deberé la vida, o al menos un par de piernas, a quienes se están haciendo cargo de Míster estos meses: mis suegros y mi madre. Así me siento.
Mis suegros han estado a punto de no irse de vacaciones esta Semana Santa porque tenían que quedarse con Míster; pero desde el primer momento mi orgullo brotó. Les dije que de ninguna de las maneras, que se fueran que ya nos apañábamos, faltaba más. Pensamos en el hermano pequeño de Papágoloso y su novia, pero resulta que también se iban con ellos llegado el caso. Y puesto que mi madre ya trabaja, con ella no podía contar. Uff, no había otra, tenía que aceptar que los necesitaba sí o sí. Pero... tachán! a última hora mi hermana, la Tata, nos dijo que no trabajaba en todas las vacaciones escolares (es maestra en un cole privado y en principio iba a trabajar un par de días) y que se encargaría ella del enano los días que trabajáramos, es decir, desde el martes hasta el viernes. Con Miss no había problema porque igual va al cole estos días.
Por lo tanto mis suegros aun están de vacaciones y yo estoy a punto de tener una úlcera gracias a mi hermana. Dos de los días ha llegado a mi casa con el tiempo justo para salir nosotros pitando al trabajo y llegar apurados. Ayer se durmió y llegó a mi casa tardísimo, por lo que Papagoloso ya se había ido para poder asistir a una reunión y yo tuve que subirme en bus y llegar al trabajo con una hora y media de retraso.Y cada uno de estos días, cuando por fin vuelvo a casa, cansada, con hambre y, sobre todo, con unas ganas tremendas por ver y coger a mi pitufo en la hora que tenemos para nosotros dos antes de recoger a Miss del cole, tengo además que ponerme a recoger tazas, platos y comida que la tata ha tenido el gusto de dejar en recuerdo del gran favor que me hace. Y que no se me ocurra mencionarle nada al respecto. Bueno, y el biberón del desayuno de Míster, que vale que eso ya es algo extra ocasionado directamente por mi niño y que es obligación mía, pero coño! que cuesta medio segundo enjuagarlo bajo el grifo y que no tenga que lavarse pasadas 6 ó 7 horas. Hasta los pañales sucios encuentro en el suelo de la habitación. Y no es que mi hermana sea una cochina marrana cabeza de enana, no. Es que es "a reu", le da igual 8 que 80, es más feliz que una perdiz; vamos, que es comodona y todo le parecen nimiedades, insignificancias. Y que no se me ocurra hacer nada por enturbiar esa tranquilidad que le posee, que me manda a freir espárragos a la primera (esto es así siempre, y somos la cara y la cruz, así que imaginad). Que le llamo y empiezo con una introducción sobre el viaje que quieren hacer mis suegros... "ey! que no te enrolles, rollera, que es lo que quieres? que me quede con el niño? pues ya está, déjate de rollos. Cuándo tengo que ir?", y eso habiéndome dado tiempo de decir sólo "Tata, es que mis suegros". Que le llamo un sábado porque sí y le pregunto qué tal? "Venga, qué quieres? Pa qué me llamas?". A esto le llamo yo ir al grano. O ser cortante. Y luego me dicen a mí, sniff. Pero vamos, que yo súper agradecida a mi hermana. Eso por supuesto, porque mal que me pese es casi seguro que la necesitaré de nuevo.
Y ahora, si habéis sido pacientes capaces de acabar de leer hasta aquí, me decís si para vosotras ha supuesto un dilema la elección entre guardería o abuelos?
Revista Educación
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