Revista Historia

Con los sentimientos no se juega

Por Ireneu @ireneuc

Hasta no hace mucho, el Patrimonio Histórico y Cultural de L'Hospitalet de Llobregat era un asunto que, excepto para los estudiosos o gente especialmente sensibilizada, prácticamente no interesaba a nadie. El hecho de que gran parte de la población fuese gente recién llegada, hacía que los lazos sentimentales con su nuevo entorno urbano y natural prácticamente no existiesen, permitiendo que los sucesivos gobiernos locales no tuvieran consideración con el valioso tesoro que es su Patrimonio para cualquier ciudad.

De esta forma, la especulación y la falta total de sensibilidad respecto la memoria histórica de L'Hospitalet se han cebado durante décadas con nuestra ciudad, aprovechando la escasa oposición popular y la tibieza de un Ayuntamiento que priorizaba absolutamente sus resultados económicos a la preservación de las raíces culturales e históricas de la ciudad. Sin embargo, afortunadamente, las cosas han cambiado... y no poco.

Aquellos emigrantes que hicieron triplicar la población de Hospitalet en menos de 20 años y que no tenían ningún vínculo con el territorio, han echado raíces y se han hecho suya la ciudad. Cada uno a su manera, aquella gente que una vez fue recién llegada se ha vuelto hospitalense y ha interiorizado cada rincón de su "pueblo". No estamos hablando de un pasado agrícola de Hospitalet que no han vivido (y es imposible de querer algo que no has conocido) sino de ESTA ciudad. Una ciudad atolondrada y hecha a golpe de parches pero, al fin y al cabo, allí donde se han reído, allí donde han llorado, allí donde han vivido.

Por el contrario, el actual consistorio actúa como si la descendencia de aquellos que vinieron hace 40 o 50 años, continuaran siendo recién llegados sin ningún tipo de sentimientos hacia L'Hospitalet, actuando con la misma indolencia con el Patrimonio que durante el franquismo o la Transición, sin darse cuenta de que la ciudadanía se ha vuelto muy sensible a cualquier modificación de SU ciudad.

Ahora, cada rincón esconde una experiencia vivida, y su pérdida implica la pérdida de una parte de la memoria de vida de sus habitantes. Sólo así se entiende la aparición -hasta hace poco impensable- de cada vez más grupos que, al amparo de las redes sociales, se mueven ante cualquier nueva barrabasada contra el Patrimonio de nuestra ciudad.

Can Trabal (ver Cal Trabal: el fin de L'Hospitalet? ), Can Rigalt, El Coro (ver El Coro, el edificio donde la Historia está en extinción), el Castillo de Santa Eulalia (ver El castillo de Santa Eulalia, la historia de amor de un barrio de L'Hospitalet)... son ejemplos de patrimonio amenazado que movilizan la ciudadanía de L'Hospitalet para su preservación. Un aviso para navegantes de que los tiempos han cambiado y que, por mucho que estuvieran acostumbrados a hacerlo, con los sentimientos de la gente no se juega.


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