Revista Educación

Con o sin cebolla

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Con o sin cebolla

La tortilla de papas perfecta ha de hacerse de esta manera, el gazpacho no lleva tal o cuál ingrediente, el pisto es así y no de esta otra forma... Así, hasta infinidad de platos que han tenido que unir a su nombre un topónimo para dejar claro que en aquel sitio se hacen así y en otro, de forma diferente.

Voy a quedarme con la discusión universal y, quizás, la que más variantes presenta: la tortilla de papas. De todos es sabido que la forma de elaborarla difiere hasta tal punto que está asumido que, cuanto más bajamos en el mapa, más cuajada se hace. Con o sin cebolla; en Canarias que no falte el perejil; y en el País Vasco, rellena de varios ingredientes, de dos pisos y hasta de tres si te descuidas. Con las papas cortadas en láminas, en cuadraditos o de cualquier otra forma, más o menos fritas, más recocidas o más crujientes... Variedades entre variedades.

Sin embargo, siempre hay alguien que sigue diciendo cómo hay que hacer la tortilla para que sea ¿perfecta? Solo en una misma casa puede haber tantas formas de comerla como integrantes, pero hay personas expertas, entendidas del mundo de la tortilla, que consideran que su forma es 'la forma', la única, la inigualable, la definitiva.

Y así nos empeñamos en discusiones estériles para demostrar quién sabe más, quién está mejor posicionado en el mundo de la gastronomía y quién se codea realmente con la élite cocineril de la tortilla de papas.

Lo peor de todo es que eso lo hacemos en muchísimos ámbitos de nuestra vida. Abrazamos lo normativo en todo, y vamos generando frustraciones innecesarias sin asumir que, como dicen en mi pueblo, "cada uno es cada uno y seis, media docena".

De la tortilla pasamos al peso ideal, a la pareja ideal, a los hijos ideales, a la casa ideal... Intentamos imponer nuestra opinión porque ha llegado un punto en que lo que pensamos, decimos o creemos es la "releche en bicicleta", esa es una expresión de mi madre.

En pleno siglo XXI seguimos machacando la diversidad y educamos a nuestros hijos, en la mayoría de los casos, en unos clichés que les convertirán en seres insatisfechos toda su vida.

Yo me niego a seguir ese camino. Por eso, cada vez que hago una tortilla de papas pienso en las personas que se la van a comer y la intento hacer a su gusto siendo fiel a mi forma de cocinarla. Más o menos cuajada, con o sin cebolla, incluso con ingredientes 'extra' si sé que eso voy a sacar una sonrisa. Con lo bonita que es la diferencia.

He llegado al límite de mi capacidad para aguantar a expertos en todo y aprendices de nada, a personas con tal capacidad normativa que te dicen cómo tienes que hacerte hasta el nudo de los zapatos. No, señores y señoras, el mundo es multicolor y por eso es tan bonito.


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