Revista Cultura y Ocio

Con ocasión del 'Lohengrin' de La Scala

Publicado el 07 diciembre 2012 por Maac @Elblogdemaac


Parece que las óperas más populares de Wagner son Lohengrin y La walkiria, al menos eso dice el número de representaciones y grabaciones, y de las dos parece que Lohengrin es la menos wagneriana, al menos eso dicen muchos wagnerianos, pero es una tontería ¿acaso no es de Wagner? Parece que cuando un aficionado corriente y moliente afirma que es su ópera preferida entre las del compositor se le tenga que perdonar la vida porque no es la quintaesencia del arte del sajón, porque no forma parte de sus dramas musicales, que son como el caviar de la producción wagneriana, porque dicen que es su ópera más italiana, como si eso fuera algo malo. Incluso Barenboim parece pedir perdón, igual inconscientemente, al decir que es la ópera de Wagner más fácil de escuchar y la armónicamente menos interesante (se escucha en un vídeo que José Luis ha colgado en Ancha es mi casa).  A uno le gusta tanto como Tristán e Isolda o Parsifal, y hay fragmentos en ella que considero irrenunciables, no los cambio por otros de las citadas que también lo son, y si bien es cierto que tanto el Tristán como Parsifal se pueden considerar cumbres dentro de su producción no lo es menos que para llegar ahí tuvo que componer Lohengrin, que no siendo tan perfecta no deja de ser una ópera maravillosa. Preferir Lohengrin no es pecado.
Lohengrin, como Parsifal, es una obra enigmática, plantea muchos interrogantes y pocas respuestas, y es que Lohengrin es eso, un gran interrogante, la historia de un fracaso. El caballero acude para salvar a Elsa invocando la justicia y retorna a su lugar derrotado, con la muerte de ella a sus espaldas puesto que pide aquello que un ser humano no puede dar, la entrega incondicional, la fe ciega. ¿Qué deja Lohengrin tras su paso por el reino de Brabante? Angustia, abatimiento y llanto.
Desde que en 1845 leyó la versión en prosa del libreto en su círculo de allegados de Dresde hasta tiempo después del estreno de la ópera Wagner se llegó a plantear cambiar el desolador y melancólico final  por otro feliz, tras darle muchas vueltas no fue así. No podía ser así, Wagner había realizado la composición musical de atrás hacia adelante, lo primero el acto tercero, después el segundo,el primero y, finalmente, el preludio, todo giraba entorno al desenlace.
Os dejo un vídeo en el que Jonas Kaufmann nos habla sobre Lohengrin:


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