Muchas veces lo he comentado, por activa y por pasiva: este país tiene una miopía que aumenta con el paso de los días. Y esta enfermedad realtiva a la capacidad de vision creo que es voluntaria. Que nos hemos acostumbrado a mirar solamente dos de las muchas posibilidades que existen en todos los ámbitos de la vida: o Madrid o Barcelona, o PSOE o PP, o blanco o negro, o eres progre o eres carca, o feo o guapo.
Muchas veces, en este blog, hemos abogado por la carta de matices, por los pantones como dicen los diseñadores, pero se ve que nuestra opinión cae en saco roto, y la gente sigue afirmandose en una suerte de código binario sin solución de continuidad.
En la mesa de la cocina, la semana pasada, en casa de mis padres, perdí los nervios y alcé la voz. No quiero ser del equipo ganador, ni del perdedor, quiero ser de un equipo que juegue, que disfrute jugando, que yerre, que acierte, pero que no tenga el entrenador más comedido ni el más antipático, ni los jugadores más guapos ni los más listos, sólo que tenga jugadores normales. Y aplico este cuento al resto de las situaciones y circunstancias sociales, políticas y religiosas que nos rodean cada día.
Por lo que, en definitiva, y me repito: Me la sudan Rajoy y Rubalcaba, Pep y Mou… y todos los binomios que se desprenden de esta maldita miopía social. He dicho.