Desde el 11 de noviembre llevábamos esperando por el regreso de los conciertos de abono de nuestra orquesta asturiana, aunque pudimos recuperar parte de la orfandad con la ópera, pero el foso, con ser siempre un lujo tenerla ahí, nunca es igual.
Programa para oídos exquisitos donde destacaba un Delius poco escuchado abriendo cada parte y sobre todo escuchar a una joven violinista alemana más que promesa un auténtico descubrimiento.
El intermedio Un Romeo y Julieta de aldea (El paseo al jardín del paraíso) de Frederick Delius abría boca con un Abel que nada más dar la entrada presagiaba una empatía clara con los músicos, concentrados y gustándose en una obra claramente nostálgica y muy apropiada para estos fríos días antes del carnaval, británica pero universal. La cuerda sigue enamorando pero la madera ya está al mismo nivel (con Ferriol y Andreas realmente únicos), y hasta unos metales refulgentes pero contenidos, sin deslumbrarnos, pusieron el listón realmente alto.
Foto: © OSPA, Marta BarbónEl famoso y archiconocido Concierto para violín en Re m, Op. 47 de Sibelius resultó una delicia interpretativa en el Stradivarius "Dragonetti" (1700) que The Nippon Music Foundation ha prestado a Veronika Eberle, siempre perfectamente arropada por una orquesta excelentemente concertada por el maestro Yves, destacando las dinámicas conseguidas donde los pianísimos fueron de ensueño y hasta el dúo con la viola de Oleg Lev empastó como si fuesen uno, sin olvidar las intervenciones de los demás principales que no quisieron quedarse atrás en todos y cada uno de los pasajes donde el finlandés volcó todo su muestrario tímbrico, alcanzando todos altas cotas de calidad, rigor en cada movimiento y un vigor contagioso de la virtuosa alemana hacia los músicos de la formación asturiana. El Allegro moderato resultó cual examen de cada familia instrumental con notas sobresalientes más unos fraseos y sonoridades que acallaron muchas de las siempre inoportunas toses que parecen formar parte del paisaje auditivo, para cabreo de melómanos, y un violín majestuoso. El Adagio di molto resultó sutil, lírico y contenido, con un empaste en madera y cuerda de auténtico muestrario, para concluir con el Allegro, ma non tanto que puso el broche a este concierto de profundidades ¡qué rotundidad en cellos y contrabajos! y virtuosismo global que hubiera hecho las delicias de mi admirado vallisoletano David Revilla Velasco (tendrá que esperar la emisión de Radio Clásica para corroborar mis palabras), melodías y ritmos cálidos incluso desde el carácter nórdico y germánico de compositor y solista. Exquisitez interpretativa en todos y sobremanera en "la Eberle" que nos deleitó con la Gavotte en rondeau de la Partita nº 3 en MI M., BWV 1006 de Bach imposible de mejorar en todos los sentidos (tempo, fraseo, arcos, sonoridades y todo lo que queramos añadir) como bien apuntaba mi querido Alfonso Ordieres.
Foto: © OSPA, Marta Barbón
Nuevamente Delius y su Noche de verano en el río (Summer night on the river) para abrir la segunda parte que devolvía el ambiente de neblinas ensoñadoras para disfrute sonoro bien llevado desde el podio, y completar este reencuentro del otoño al invierno con Bizet (a la vista de los compañeros de programa casi rebautizado como Bizetius) y La Arlesiana, primero la Suite nº 1 (1872) al completo, nueva prueba de fuego para la orquesta, con un arranque del conocido Preludio que no dejó dudas sobre los derroteros que tomaría toda la obra. Más exámenes a cada una de las secciones y solistas que brillaron como nunca, con la percusión a la altura del resto, es decir excelencia musical, y una interpretación del maestro Abel vigorosa, clara, concisa, delineando cada uno de los cuatro números, antes de afrontar de la Suite nº 2 la Pastoral compacta, flautas Pearse ceñidas y volcadas con el número arropado por esa cuerda única en España, y la Farándula de aromas vascos que cerraría la velada, habitual como propina de las grandes orquestas europeas (1) y esta vez en el programa para volver a casa con la alegría del trabajo bien hecho, límpida y rápida sin excesos, con rigor y vigor tal como titulo esta entrada, devolviéndonos una OSPA que a pesar de saberse sin titular, continúa dándonos lo mejor de ella en cada concierto. Lástima que me pierda el abono nº 4 del próximo fin de semana (¡el Carnaval me llama!) donde el canadiense Yves Abel volverá con Asier Polo al cello y tres nuevas joyas de Dutilleux (su concierto para chelo), Respighi y La Boutique fantasque más los Preludios de Liszt. Seguro que volverán a maravillar al público de Avilés y Oviedo...
Nota: (1) A pesar de la "censura", aún quedan restos de la entrada del pasado marzo sobre la propina de la "Farandole" por la orquesta monegasca en Classissima.