En ocasiones estamos tan inmersos en nuestra propia rutina que no podemos ver lo que nos ofrece la vida, y aunque intentamos consolarnos pensando que llegarán tiempos mejores, que habrá algo mejor para nosotros, no hacemos nada para que ese momento llegue. Seguimos enfrascados en nuestra rutina, a caballo entre un mundo real y otro onírico en el que sobrevivimos al día a día de la mejor forma posible. Y es que nos aferramos demasiado al mañana, impidiéndonos a nosotros mismos vivir el presente. Soñamos despiertos más tiempo del que debemos, y entonces, llega el día en el que la realidad te empuja a un precipicio del que no ves el final, y es en ese preciso instante en el que te das cuenta de que tienes que cambiar bastantes cosas para poder salir de ese agujero negro en el que cada vez te sientes más atrapado.
Si algo he aprendido en estos últimos meses es que el cambio no viene por sí sólo, hay que luchar por ello hasta el final. Yo siempre he conseguido lo que me he propuesto, algunas veces antes de lo esperado y otras tan tarde que pensaba que no llegaría. Y si he logrado todo cuanto me he propuesto ha sido porque siempre he tenido esperanza y he luchado hasta el final por conseguirlo, sin rendirme ni darlo por imposible.Ante mi se presenta una nueva etapa en mi vida, y soy feliz porque he logrado uno de mis objetivos y eso significa que puedo centrarme en el siguiente. Avanzar. No quedar estancado. Eso es lo que me hace feliz. Al fin veo cómo soy dueño de mi vida otra vez, cómo he dejado atrás un tiempo de penumbras en el que mi vida no avanzaba hacia donde yo quería. Un tiempo en el que me limitaba a contar los días que pasaban. Es cierto que en muchos momentos me dejé derrotar por esa corriente de negatividad que en algún momento nos asalta a todos, pero ahí tenía a mi familia, y a ella, para seguir remando en la dirección correcta. Todo ese apoyo incondicional jamás podrá ser recompensado. A ellos les debo tanto.Ahora lamento no haber aprovechado más lo que me ofrecieron esos años, no haberlos aprovechado de mejor manera. Sé que no viví ese tiempo con la intensidad que debiera y siento que me he perdido experiencias, tiempo de mi vida que jamás recuperaré. Y sé que ahora el arrepentimiento no sirve de nada, ni para calmar conciencias, pero esta reflexión me sirve para evitar caer en ese error de nuevo.
Al afrontar esta nueva etapa me he alejado de personas a las que quisiera tener cerca, pero la distancia no implica olvido ni falta de afecto. Es inevitable avanzar sin alejarte de personas o perder cosas en el camino, pero la vida debe continuar para todos.
Me siento afortunado por todo lo que tengo y por las opciones que se presentan ante mi. Soy feliz y eso es lo que cuenta, y lo que todos deben tener presente.
Quiero descubrir todo lo que la vida tiene que ofrecerme. Quiero escribir mi propia historia. Quiero vivir.
Un fuerte abrazo a todos y gracias por todo.