El último tomo hasta ahora de Conan la leyenda termina con el material de la fugaz cole regular Conan el cimmerio editada anteriormente por Planeta en la grapa más cara que ha visto España. Contiene dos historias, una de cuatro episodios a cargo de T. Truman y T. Giorello y otra de dos episodios a cargo de D. Robertson que ya no pertenece a la susodicha serie.
La primera se titula Sombras de hierro en la Luna y es una adaptación de un relato de R. E. Howard de los llamados mediocres, es decir, los formulaicos: Conan, un monstruo y una mujer semidesnuda. Hay que reconocer que T. Truman se defiende bien con este relato rutinario que es puro cliché, pero no lo suficiente como para ocultar que es una simplicidad, así que al final es inevitable pensar que cuatro episodios son demasiados para ella. Por otro lado, la historia acusa mucho que tiene casi 80 años: gorilas, piratas, escenario exótico, ruinas pretéritas y maldiciones. Por todo ello el asunto queda un tanto pobre porque no ofrece nada ya que se sabe cómo se va a desarrollar y cómo va a terminar. No ayuda mucho el dibujo porque, aunque competente, es gris. T. Giorello no domina ni la anatomía ni el movimiento por lo que toda la narración es acortonada. Así, que no aporta la espectacularidad necesaria para hacer agradable una historia muy gastada. Así pues tenemos una historia que rápidamente se olvida porque se confunde con muchas otras del mismo tipo que Conan tiene a sus espaldas.
La segunda historia no está mal pero no es de Conan porque es moralista y precisamente lo que distingue a ese personaje es su amoralidad. En la Era Hibórea no cabe las fábulas y las moralejas por lo que D. Robertson falla totalmente a pesar de que su historia es relativamente original y adulta. Otro desliz del autor es poner a Conan como rey en su historia para hacerla así un precedente del reinado de este sobre Aquilonia ya que eso quita brillo al final de la carrera del bárbaro. Así pues, tenemos una historia fuera del scope con el típico dibujo tosco y feo del autor.
Por tanto tenemos un tomo totalmente prescindible salvo para completistas y fans acérrimos del personaje. Otro tomo más que confirma que la renovación de Dark Horse ha sido fallida. No se necesitaba mayor fidelidad a la obra de R. E. Howard, sino un enfoque posmoderno que no traicionase al personaje. Nuevas historias, un buen dibujo y un enfoque fresco y no estar determinados por unos relatos cada vez más viejunos a pesar de sus cosas buenas.