La creatividad solo puede asustar a quienes no están dispuestos a trabajar para dar soluciones globalizadoras, cualquier líder que se precie que desestima, este camino, en realidad no es un líder, simplemente es una persona asustada, con una percepción de si misma nefasta, en un encuadre que ni le interesa, ni le va a implicar como perteneciente al proyecto. En una estructura jerarquizada donde el control y el cumplimiento de órdenes, es la única premisa, quizá este perfil tenga valor, pero ahora, cuando necesitas dar un paso adelante, no lograrás darlo con esta tipología y lo único que se logrará es llenar de toxicidad toda la estructura hasta hacerla completamente irrespirable y negada a conseguir resultados de éxito, en un entorno, donde las comunidades reclaman Reputación, se entienda o no, la esencia que enmarca esa demanda, y no porque el empleado quiera, sino porque no podrá.
Durante, mucho tiempo, las personalidades más asustadizas e incapaces han mantenido que, el control de la aplicación de la norma o la orden, era el único camino y de alguna forma, la sensación de éxito, de estas políticas ha disfrutado de cierto tipo de éxito, pero la realidad que se impone, empieza a dar marcos únicos donde la implantación empieza a dificultar con claridad la permanencia de ellas y sus proyectos en los mercados.
Los estados creativos, ocupan el mínimo espacio de atención a cualquier persona que los viva, son como dice Dolors, recurrentes en las escapadas, en la huida del encuadre que te obsesiona para poder observar todo desde un punto de vista más amplio y estamos en disposición de afirmar, dando un paso más hacia adelante, que si el espacio donde Picasso trabajaba esperando que llegara la inspiración, no hubiese estado lleno de elementos asociativos, la paleta de pinturas, el caballete y los pinceles, por mucho que fueran movidos, no habrían conseguido ni la más mínima porción de genialidad, donde tú luego podrías colar un Olé, reconociéndola.
La cualidad que hace gritar al interlocutor ¡Olé! es llamada duende, por Federico García Lorca y dando, más pasos al frente, sumamos a la reflexión, la cualidad donde el artista lo es, aparezca y no aparezca para que en medio del trabajo confluya el duende que no es más que esa posibilidad donde el diálogo entre el escenario y la platea funciona correctamente porque todos contribuyen mental y emocionalmente a la construcción de un Valor Funcional que se adapta con flexibilidad a las demandas que aparecen en la platea, en respuesta al agradecimiento máximo de ser regalados con detalles de extrema belleza y coherencia.
Para que esto suceda, no hay mucho más camino que el estar verdaderamente comprometido en una tarea que percibes será buena para todos, a la que dedicas esfuerzos por trasladarla bella y donde, puedes manifestarlo, con la sana intención de enriquecerte tú y enriquecer a todos los implicados en ella. ¿Que empleado, con una clara ubicación en la percepción de ser estafado o ninguneado, logrará esto? Ninguno, por más que le pese a muchos.