Pensaba escribir hoy sobre otro tema, pero acabo de leer un texto interesantísimo en el Blog Alternativo sobre Eulàlia Torras de Beà, a raíz de una entrevista suya publicada en La Vanguardia titulada "La guardería no puede criar saludablemente a un bebé", que causó bastante revuelo y por la que fue tachada de retrógrada, machista y demás lindezas. Os aconsejo que lo leáis, podéis hacerlo aquí.
Así que aprovecho este hilo para tratar un tema que tengo en mente desde hace tiempo: hasta qué punto han calado determinados conceptos en nuestra sociedad, conceptos inventados para la armoniosa continuidad de un orden económico-laboral que no piensa en las personas como individualidades con alma sino como en masa productiva.
Me refiero, en concreto, a dos conceptos: el tiempo de calidad y la indispensabilidad de la guardería para criar niños felices e inteligentes.
En cuanto al tiempo de calidad, creo que es, junto a la liberación de la mujer, una de las mayores patrañas que se nos han contado en las últimas décadas. El tiempo de calidad simplemente no existe, el concepto fue creado única y exclusivamente para liberar de la culpa y preocupación normal que cualquier padre siente cuando deja a su hijo muchas horas para irse a trabajar e impedir de ese modo que sienta tentaciones de dejarlo todo y atender a su instinto.
Para los bebés y niños pequeños, el tiempo es calidad, simplemente. Y cuando crecen, tener a sus padres cuando lo necesitan es lo que marca la calidad: la disponibilidad. Las relaciones humanas necesitan tiempo, cariño, atención, esto no se le escapa a nadie. Para criar a un niño sano no es necesario leerle un cuento escenificando perfectísimamente los personajes todos los días ni llevarle a Eurodisney en verano ni a una sesión de cine con palomitas todos los domingos. Vivimos en una cultura materialista y veloz pero no nos engañemos: una o dos horas diarias (dedicadas, además, a baño y cena) no son calidad, son un quiero y no puedo. De la mano de estos conceptos destinados a mantener la cadena productiva barata y sin remordimientos (conceptos pro-sistema), aparece la perentoria necesidad de llevar a los niños a la guardería, cuanto antes, para que les enseñen todas esas cosas para las que los padres, parece ser, estamos incapacitados. Como dice Eulàlia, los padres hemos quedado en un papel de segunda categoría, como si fuéramos incapaces de cuidar y educar a nuestros hijos y por ello necesitáramos que otros nos sustituyeran y lo hicieran mejor.El papel de los padres es inalienable. Aprender a contar hasta 3 o hasta 5 con dos años no es imprescindible, ni saberse cuatro colores básicos en español o en inglés. Sufrimos de tal titulitis que queremos que los niños sean productivos desde la más tierna infancia y deseamos ponerlos en manos de especialistas para que nos los conviertan en pequeños calculines, futuros hombres y mujeres de éxito. El testimonio de esta mujer no me parece retrógrado, todo lo contrario. Es necesario que existan profesionales contra corriente que disientan de la opinión mayoritaria si queremos progresar hacia un modo de vida más respetuoso con todos, padres e hijos. Creo que no hay nada más progresista que valorar la capacidad de los padres para criar a sus hijos, dar importancia al apego familiar y fomentar el compartir tiempo juntos. No lo veamos sólo como una cuestión de respeto a nuestros hijos, veámoslo también como una cuestión de respeto a nosotros mismos, a nuestra individualidad, a nuestro deseo que compartir nuestra vida con nuestra familia y no simplemente las migajas que nos deja la cadena productiva.
Me gustaría que se entendiera lo que quiero decir (algo que no siempre sucede cuando hablo de estos temas): me parece indispensable que todos, absolutamente todos, empezando por todos los que están hasta el cuello de deudas con un sueldo de miseria y un horario infumable, alcemos la voz contra un sistema que no nos permite elegir, que nos condena a una vida de semi-esclavitud, que nos aleja de nuestros hijos, que infravalora nuestra capacidad como padres y que pretende confundirnos con subterfugios.
Estoy totalmente en contra del lavado de mentes. Y absolutamente a favor de luchar contra este sistema que tenemos.