Una fotografía muestra el mapa de la figura fotografiada: la última camisa blanca, la corbata ajada, el pañuelo nuevo, la maleta vieja aguardando el momento de partir, sin ayuda ni consuelo, en busca de la materia para nutrir el fuego. Rostros con ecos de la tierra y ojos de lagunas negras claman contra las virtudes inútiles, la injusticia, la traición, la lucha estéril, la violencia, la cobardía del que vive sometido y el castigo cruel del que se rebela; persiguen un destino donde nunca llegan. Los fantasmas de la noche arrancan sollozos a los recuerdos, no hay suficientes lágrimas para llorarlos. Hay que sufrir para que el mundo siga, ser una milésima nada y al despertar sobrevivir un día más sin mendigar la limosna de la aflicción. Palabras que explican lo que el viento dice, palabras que alivian desdichas, apartan el hastío, fortalecen nostalgias, inspiran esperanzas y pronuncian nombres. Se afirma el existir con palabras, las palabras proveen de la fuerza creadora.
Al final por mucha sabiduría y mucho cantar, por mucha anécdota vivida o contada, por muchos paisajes desolados y muchos mundos interiores encubiertos, por muchos castigos o premios, por muchas páginas escritas, los pasos están contados, el ciclo se va cumpliendo y la vida va matando lo que vive.