Siempre me ha fascinado e inquietado el festival de Eurovisión por la mezcla de sensaciones tan grande que produce. A medio camino entre la caspa televisiva y lo grandioso, en la fínea línea que separa a lo hortera y mediocre de lo vanguardista a tope, el festival de Eurovisión ha sido siempre un acontecimiento en muchos hogares. Desde que tengo uso de razón, ( no recuerdo a que edad adquirí la capacidad de razonar, la verdad) Eurovisión ha sido algo que hay que visionar aunque a uno le quemen los ojos. Cuando era más joven e inexperta, recuerdo que todos nos sentábamos a verlo en mi casa y luego hacíamos la crítica de cada uno de los artistas y canciones que iban saliendo para compararlas entre ellas y así poder hacer nuestras apuestas para las puntuaciones finales. El festival, que cada año ha ido cambiando como cambian las plantas de los centros comerciales de algunas firmas cuando se empeñan en hacer temáticas de países o de tipos de personas diferentes ( No os olvidéis de cuando el Corte Inglés dedicaba una semana a China, otra a la India, otra a Tailandia y así sucesivamente hasta que todas las pijas del lugar que jamás habían salido de su casa se compraban los típicos jarrones para hacer más exótico y cosmopolita su salón y aparentar que eran mujeres de mundo), no deja nunca de sorprenderme. Es como si buscara la manera de mantenerme hipnotizada ante la pantalla hasta que acaba, como si su reto fuera el "más difícil todavía" y tuviera que superarlo bajo pena de desaparecer. Cada año va inventando nuevas maneras de permanecer en mi hogar, trata de convencerme de que sigue valiendo la pena sufrir la tortura de algunas actuaciones para ver lo que va a pasar al final. Un año le da por escoger actuaciones ridículas con grupos o cantantes estrepitosamente mal vestidos, canciones horrendas que tratan de tener su gracia y puestas en escena que ponen los pelos de punta y que no se sabe si tratan de cortar la digestión o acelerarla, otro año le da por escoger a artistas y cantantes que en su intento por ser ultra modernos se marcan actuaciones dignas de los escenarios de otros planetas, otros años elige a cantantes solistas y grupos que se marcan actuaciones de lo más melancólico y lírico hortera jamás vistas, otro año traen a cantantes con canciones festivaleras de toda la vida, de esas que llevan mucho lalalala en los estribillos y que se pueden bailar dando palmadas al aire... En fin... Una gran variedad, en la que he de decir que yo hecho de menos el folklore presente en otros años, cuando a muchos países les daba por marcarse actuaciones vestidos con el traje típico del lugar, los violines, los ukeleles, las cabras y las ovejas y un quesero haciendo queso en el escenario.
Todos los años, el festival, además, se tiñe de cierta polémica, debido a que los países se votan unos a otros por cuestiones políticas o de amigismo más que por la calidad de las actuaciones o de las canciones, y mucha gente se siente estafada o engañada cuando el país que considera que lo ha hecho mejor ( que suele ser el suyo propio, todo sea dicho), pierde estrepitosamente. Suele tenerse la impresión de que gana el país con más amigos o alianzas o el que más siembra la polémica en el escenario. Este año, el 2014, ha sido el de las barbas. La, para mí justa ganadora, Conchita Wurts ( o Conchita salchicha para los amigos), una drag queen austríaca que ha tenido los cojon... de presentarse a cantar vestida de señora divina con una barba pintada con rimmel, no sé si por polemizar o por reivindicar el derecho de cada uno a ser como le salga de los mismísimos o por ambas cosas a la vez, se ha alzado con el título de canción del festival representando a su país, Austria, creando un debate que a mi entender es absurdo como pocos. Mucha gente que va de entendida de la música del festival ha salido diciendo que esta criatura ha ganado por llevar barba e ir vestida de mujer al mismo tiempo, pero yo, que no soy entendida en música festivalera pero que llevo unos cuantos festivales visionados, he de decir que Conchita me parece una justa ganadora. Su canción, "rise like a phoneix", me parece una canción grandiosa, divina, dramática y decadente como pocas ha habido en el festival en muchos años ( con permiso de Dana internacional y su "Diva"), y creo que le ha devuelto al festival la dignidad y la grandiosidad que solía tener años atrás y que poco a poco ha ido siendo sustituido por la mediocridad y por el sin sentido. El hecho de que lleve barba es lo de menos, a mi entender, y creo que quienes dicen que ha ganado por llevarla se olvidan de que a pesar de que este año ha primado la calidad y la seriedad, otros años ha habido kilos y kilos de criaturas extrañas berreando y haciendo el ridículo en el escenario y de que ninguna de ellas ha logrado ganar nada excepto unas cuantas risas a su costa. Conchita, con su barba puesta y su pose elegante y distinguida como pocas, nos ha regalado una actuación propia de una diva y ha conseguido que nos olvidáramos de su barba pintada mientras la veíamos incendiar el escenario con su grandiosa melancolía y su ave fénix ardiendo tras ella mientras la gente del público gritaba como loca.
Me importa poco lo que algunos digan, (como siempre, por otra parte), lo cierto es que ha conseguido tenerme pegada al sofá alucinando mientras la oía llorar "rise like a phoenix" ante las llamaradas, y eso es lo que importa... Oh no...?
https://www.youtube.com/watch?v=SaolVEJEjV4
Es una justa ganadora... Que no???