Revista Opinión
CONCIENCIA Y RESISTENCIA
“Una auténtica democracia no es solo el resultado del respeto formal de las reglas, sino que es el fruto de la aceptación convencida de los valores que inspiran los procedimientos democráticos” Doctrina Social de la Iglesia.Los venezolanos, en su gran mayoría, somos cristianos por formación y por convicción. Guardamos respeto y temor a Dios, a su unigénito Jesús, El salvador, y a la virgen María en sus distintas advocaciones, aunque a veces “nos acordamos de Santa Bárbara solo cuando truena”, los invocamos para pedir y agradecer, no para burlarnos y engañar cuando de sostener el dominio sobre otros se trata, como es el caso de algunos gobernantes abyectos y crueles cuyos deseos, caprichos y perversidades practicados en contra de sus gobernados, hipócritamente lo hacen en el nombre de Dios. Ejemplos muy cercanos los conseguimos en Fidel Castro, Hugo Chávez y Nicolás Maduro quienes se deben estar revolcando en la novena “paila” del infierno, los dos primeros, y sufriendo los tormentos en vida el heredero de la tragicomedia llamada “revolución del siglo XXI”.En los últimos días, el régimen venezolano, chapoteando en el pantanal político en que ha convertido el país, soltó como por arte de magia, su llamado a una fraudulenta Asamblea nacional constituyente, así calificada por los expertos que han descubierto las artimañas y aclarado las alevosas intenciones de la hamponatocracia que nos gobierna y que intenta perpetuarse en el poder.
Con mucha insistencia se han dirigido a la iglesia católica venezolana para que se reúna y convalide con su presencia sus demoníacas pretensiones después de engañar a los enviados del Papa en el intento de diálogo-trampa anterior. La Conferencia Episcopal Venezolana tiene muy clara su posición, avalada por la doctrina social de la iglesia que se sustenta en un humanismo integral y solidario de verdad, que debe surgir desde lo más profundo de nuestro ser, inspirado por el amor a Dios y al prójimo.En su doctrina, la iglesia católica nos orienta y guía y nos dice: “Jesús, el mesías prometido, ha combatido y derrotado la tentación de un mesianismo político, caracterizado por el dominio sobre las naciones”; y nos recuerda nuestro “derecho a la objeción de conciencia”, según el cual, el ciudadano no está obligado a seguir órdenes de la autoridad civil si éstas son contrarias a las exigencias del orden moral, a los derechos fundamentales de las personas o a las enseñanzas del evangelio. También nos refiere al “derecho a la resistencia”, mediante el cual, es legítimo resistir a la autoridad en caso de que esta viole grave y repetidamente los principios del derecho natural.
Para mayor tranquilidad de conciencia de nosotros los cristianos, también prescribe que es siempre preferible el camino de la resistencia pasiva, pero que “la lucha armada debe considerarse un remedio extremo para poner fin a una tiranía evidente y prolongada que atentase gravemente a los derechos fundamentales de la persona y dañase peligrosamente el bien común del país.”Neuro J. Villalobos Rincón @nevillarin[email protected]
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